Aprendiendo en el Antiguo Egipto



En una pequeña aldea a orillas del Nilo, vivía una niña llamada Nefertari. Tenía un sueño muy grande: quería ser escriba, porque creía que las palabras podían cambiar el mundo. Sin embargo, su padre trabajaba en la agricultura, y su madre en casa, y pensaban que sus sueños eran solo fantasías de niña.

Un día, mientras Nefertari recogía papiros en el mercado, escuchó a un anciano hablar sobre la importancia de la educación. "El saber es como un tesoro, más valioso que el oro", dijo. Intrigada, Nefertari se acercó.

"¿De verdad?", preguntó Nefertari.

"Claro, pequeña. La educación nos permite comprender el pasado, vivir el presente y construir el futuro. Pero para aprender, hay que intentar, investigar y ser constantes", respondió el anciano.

Desde ese día, Nefertari decidió no rendirse. Se sentó con su papá y le dijo: "Papá, quiero aprender a leer y escribir."

"Pero, hija, eso es solo para los hombres. Tú tienes que ayudar en casa", respondió su padre, preocupado.

Pero Nefertari no se detuvo. Un día, conoció a un joven escriba llamado Kefu, que estaba dispuesto a enseñarle. "Para aprender, primero debés conocer los jeroglíficos. Cada símbolo es una parte de nuestra historia. Te enseñaré todo lo que sé", dijo Kefu con entusiasmo.

Nefertari comenzó a estudiar con Kefu. Sin embargo, no todo fue fácil. En una de sus lecciones, Nefertari se dio cuenta de que había olvidado un símbolo. Se frustró y dijo: "¡No puedo hacerlo!".

"No te rindas - le respondió Kefu - cada error es una oportunidad para aprender. Si quieres convertirte en escriba, tendrás que superar los desafíos. Recuerda, las dificultades son parte del camino."

Motivada por sus palabras, Nefertari decidió seguir adelante. Con el tiempo, se convirtió en una talentosa escritora. Pero un día, se enteró de que los niños de su aldea iban a ser llevados a trabajar en las tierras. "¡No! No podemos dejar que eso suceda!", exclamó. "Debemos educarlos para que comprendan la importancia del saber. No solo debemos aceptar lo que nos dicen."

Junto a Kefu, decidió organizar una reunión con los padres de los niños. "¡Escuchen! Si permitimos que nuestros hijos dejen la educación, perderemos nuestro futuro. Necesitan aprender para convertirse en líderes, médicos, artistas...", dijo Nefertari con seguridad.

"Pero educar a una niña no tiene sentido", murmuró uno de los padres.

"La educación no es cosa de hombres o mujeres. Todos merecen una oportunidad", insistió Kefu.

Los padres, sorprendidos por su valentía, comenzaron a reflexionar. Poco a poco, las dudas se fueron desvaneciendo. Decidieron apoyar la idea de Nefertari. Juntos, construyeron una pequeña escuela bajo la sombra de un gran árbol, donde todos podían aprender.

Cada día, Nefertari y Kefu enseñaban a niños y niñas sobre escritura, matemáticas y la historia de su pueblo. Con los años, muchos egipcios se volvieron sabios y capacitados, y Nefertari se convirtió en una reconocida escriba en toda la región, demostrando que el conocimiento no tiene género.

Y así, gracias a Nefertari y su pasión por aprender, la educación floreció en su aldea, y los padres comenzaron a entender que aprender era un derecho para todos, sin importar cómo nacieran.

La historia de Nefertari se convirtió en leyenda, inspirando a generaciones de jóvenes a nunca dejar de soñar y a luchar por su educación, porque los saberes son un tesoro que nadie puede quitarte.

FIN.

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