Aprendiendo sobre la Pachamama



Marcos, un niño curioso de 10 años, vivió una emocionante aventura cuando viajó a Bolivia con su Papá. En ese viaje, tuvo la oportunidad de conocer las fascinantes costumbres andinas de pueblos precolombinos, como la hermosa celebración de la Pachamama.

Marcos estaba maravillado por todo lo que había aprendido y experimentado en aquel viaje. El regreso a Paraná, su ciudad en Argentina, lo encontró ansioso por compartir sus experiencias con sus compañeros católicos del colegio.

"¡Chicos, chicos! ¡Tienen que escuchar lo que viví en Bolivia con mi Papá!", exclamó Marcos emocionado. Sus amigos lo rodearon con curiosidad, ansiosos por escuchar su relato. "Fue increíble, conocimos a gente muy amable que nos contó sobre la Pachamama, la madre tierra.

Ellos tienen una celebración especial en su honor, donde agradecen por la tierra, el agua, el sol y la vida. Es una tradición muy antigua que se transmite de generación en generación.

Me contaron que es una forma de demostrar respeto y gratitud hacia la naturaleza", compartió Marcos entusiasmado. Sus amigos lo escuchaban atentamente, fascinados por cada palabra que salía de su boca. "Además, vimos cómo preparaban la ceremonia, con ofrendas de comida, bebida, e incluso hojas de coca.

Fue impresionante, ¡nunca había visto algo así!", continuó relatando Marcos, con brillo en sus ojos. Sus amigos se emocionaron con su relato y le hicieron un montón de preguntas sobre la Pachamama y las costumbres que había visto.

Marcos respondió con entusiasmo, compartiendo todo lo que aprendió en su viaje.

A medida que pasaba el tiempo, Marcos se dio cuenta de que, aunque cada cultura tiene sus propias tradiciones y creencias, todas comparten un profundo respeto por la naturaleza y el mundo que nos rodea. Al final del día, todos sus amigos se despidieron de Marcos con una nueva perspectiva, entendiendo que aunque fueran católicos, podían apreciar y aprender de las tradiciones de otros pueblos.

Y Marcos, feliz de haber compartido su experiencia, se fue a casa con el corazón rebosante de alegría, sabiendo que había sembrado la semilla de la curiosidad y la tolerancia en el corazón de sus amigos.

FIN.

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