Aprendiendo y creciendo juntos



Había una vez en un pequeño pueblo de Andalucía, España, una clase de niños y niñas de 5 años que estaban emocionados por celebrar los cumpleaños de todos sus compañeros.

Pero este año, la maestra, la señorita Marta, decidió hacer algo diferente. Quería que los cumpleaños fueran especiales y educativos, sin caer en el consumismo excesivo. Un día antes del primer cumpleaños, la señorita Marta se reunió con los padres y les explicó su idea.

Les propuso organizar una fiesta en el parque donde cada familia llevaría un plato de comida saludable para compartir. Además, les pidió a los abuelos de los niños que vinieran a enseñarles juegos tradicionales.

El día del primer cumpleaños llegó y todos estaban entusiasmados. La señorita Marta había decorado el salón con adornos hechos con material reciclado que habían hecho entre todos. Los padres trajeron ricas frutas cortadas en forma de animales y ensaladas coloridas.

- ¡Feliz cumpleaños Pablo! - exclamaron todos mientras cantaban la canción tradicional española. Pablo sonrió emocionado mientras soplaba las velas de su pastel saludable hecho con zanahorias y manzanas. Después de disfrutar del postre, era hora de jugar a los juegos tradicionales.

- ¡Vamos a jugar al corro de la patata! - dijo el abuelo de Laura. Los niños formaron un círculo tomados de las manos mientras cantaban "Corro De La Patata" y saltaban al ritmo de la música.

Las risas llenaron el salón y los niños se divirtieron mucho. Después de jugar, la señorita Marta les enseñó canciones de cumpleaños de otros países. Aprendieron "Happy Birthday" en inglés, "Joyeux Anniversaire" en francés y "Parabéns a Você" en portugués.

Los niños estaban fascinados al escuchar las diferentes melodías y aprender nuevas palabras. Los siguientes cumpleaños fueron igualmente emocionantes.

Cada vez que llegaba el día especial de algún niño, todos trabajaban juntos para decorar el salón con adornos reciclados y preparar platos saludables para compartir. Los abuelos seguían visitando la clase para enseñarles juegos tradicionales. Un día, cuando le tocó el turno a María celebrar su cumpleaños, ocurrió algo inesperado.

Mientras estaban en el parque disfrutando de una gran fiesta con sus familias, un perro se acercó corriendo y se llevó el pastel que María había hecho con tanto amor. - ¡Oh no! - exclamaron todos. María comenzó a llorar desconsoladamente mientras sus amigos intentaban consolarla.

- No te preocupes María, podemos hacer otro pastel juntos - dijo su amiga Laura. Así fue como todos los amigos se unieron para hacer otro pastel improvisado utilizando las frutas que habían llevado al picnic.

Juntos aprendieron la importancia de trabajar en equipo y adaptarse a situaciones inesperadas. La fiesta continuó y finalmente cantaron feliz cumpleaños a María mientras soplaba las velas del nuevo pastel. Todos aplaudieron y se alegraron de haber superado el pequeño inconveniente.

Al final del año escolar, la señorita Marta les preguntó a los niños qué habían aprendido de todas las celebraciones de cumpleaños. Los niños respondieron emocionados:- Aprendimos que podemos disfrutar de una fiesta sin consumir cosas innecesarias.

Aprendimos a comer saludablemente y a valorar los juegos tradicionales que nos enseñan nuestros abuelos. También aprendimos sobre diferentes culturas y canciones en otros idiomas.

La señorita Marta sonrió orgullosamente mientras reflexionaba sobre lo mucho que sus pequeños alumnos habían crecido durante ese año.

Y así, la clase de infantil de 5 años demostró que las mejores fiestas no son las más costosas ni extravagantes, sino aquellas en las que se fomenta el amor por la naturaleza, el respeto por otras culturas y la importancia del trabajo en equipo. Fue un año lleno de aprendizaje y diversión para todos ellos, dejando una huella imborrable en sus corazones.

FIN.

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