Aqua y la tortuga perdida


Aqua se despertó temprano una hermosa mañana en el fondo del mar. Se estiró y bostezó antes de prepararse para ir a la escuela marina.

Con su mochila llena de libros y utensilios escolares, se despidió de sus padres y comenzó a nadar hacia la escuela. Mientras nadaba con gracia por el arrecife de coral, algo llamó su atención. Vio a lo lejos a una tortuga marina herida que parecía estar perdida.

Aqua se acercó rápidamente y vio que la tortuga tenía una herida en una de sus aletas. - ¡Hola! ¿Estás bien? -preguntó Aqua con preocupación. La tortuga levantó lentamente la cabeza y miró a Aqua con tristeza en sus ojos.

- No puedo encontrar a mi familia. Nos separamos durante nuestra migración y ahora estoy solo y herido -dijo la tortuga con voz temblorosa. Aqua sintió un nudo en su garganta al escuchar la historia de la tortuga. Sin dudarlo, decidió ayudarla.

- No te preocupes, yo te ayudaré a encontrar a tu familia. Pero primero debemos curar esa herida -dijo Aqua decidida.

Con cuidado, llevó a la tortuga hasta una cueva cercana donde pudo curar su herida con algas medicinales que había aprendido en clase de herbología marina. Después de un rato, la tortuga se sentía mucho mejor y más fuerte. - ¡Gracias por ayudarme! ¿Cómo puedo alguna vez recompensarte? -preguntó la tortuga emocionada.

- No necesitas hacerlo, solo quiero asegurarme de que estés bien y reunirte con tu familia -respondió Aqua sonriendo. Juntas emprendieron un viaje por los océanos en busca de los parientes perdidos de la tortuga.

Nadaron por aguas cristalinas, exploraron arrecifes coloridos e hicieron nuevos amigos marinos en el camino. Después de días de búsqueda incansable, finalmente encontraron a la familia de la tortuga descansando pacíficamente cerca de un barco hundido.

La alegría y emoción llenaron el corazón tanto de Aqua como de la tortuga al reunirse nuevamente con sus seres queridos. - ¡Gracias por todo, Aqua! Eres valiente y generosa. Siempre recordaremos tu amabilidad -dijo la madre tortuga emocionada mientras abrazaba a su hija recuperada.

Aqua sonrió feliz al verlos juntos nuevamente y sabiendo que había hecho algo bueno por otra criatura marina necesitada. Desde ese día en adelante, Aqua aprendió que incluso las acciones más pequeñas pueden tener un gran impacto en el mundo submarino.

Y así continuó asistiendo felizmente a su escuela marina cada mañana, lista para enfrentar nuevas aventuras junto a sus amigos del océano.

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