Aray el Niño que No Le Gustaba Dormir



Había una vez un niño llamado Aray que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y árboles altos. Aray era un niño muy curioso y siempre tenía ganas de explorar el mundo. Le encantaba correr por el campo, jugar con sus amigos y descubrir cosas nuevas. Pero había algo que a Aray no le gustaba en absoluto: ¡dormir!

Cada noche, cuando su mamá le decía que era hora de dormir, Aray solía protestar.

"- ¡No quiero dormir! Quiero quedarme despierto para jugar!"

Su mamá respondía con paciencia:

"- Pero Aray, dormir es muy importante. Tu cuerpo necesita descansar para que puedas jugar y explorar al día siguiente."

A Aray no le importaba. Pensaba que dormir era una pérdida de tiempo. Así que cada noche, después de que su mamá apagaba las luces, él se quedaba despierto, imaginando aventuras emocionantes.

Una noche, mientras yacía en la cama, Aray escuchó un suave susurro.

"- Aray, ¿quieres vivir una aventura?"

Sorprendido, Aray se sentó en la cama.

"- ¿Quién eres?"

"- Soy el Hada de los Sueños. Hoy te llevaré a un lugar mágico, pero solo si decides dormir."

"- ¡No quiero dormir!" dijo Aray.

El hada sonrió.

"- Si no duermes, perderás la oportunidad de ver cosas maravillosas. Además, las aventuras nocturnas son las mejores."

Aray dudó, pero su curiosidad ganó.

"- De acuerdo, ¡voy a intentar dormir!"

El hada le dio un guiño y Aray se acomodó en su almohada, cerrando los ojos.

De repente, Aray se encontró volando sobre un vasto campo de flores brillantes.

"- ¡Guau! ¡Es increíble!"

"- ¿Ves? Dormir puede ser divertido." dijo el Hada de los Sueños mientras lo guiaba.

A medida que exploraban, Aray conoció a un conejo que bailaba, a un búho sabio que hablaba en rimas y a un pez que nadaba en el aire.

"- ¿Por qué siguen haciendo actividades mientras deberían estar durmiendo?" preguntó Aray.

"- ¡Porque hemos creado un mundo donde los sueños se hacen realidad! Aquí, la creatividad nunca duerme, pero debemos descansar para volver a jugar en el mundo real."

Entonces, Aray comprendió que dormir era una parte esencial para tener energía y seguir soñando.

Pasada la aventura, Aray despertó en su cama con una sonrisa en su rostro.

"- ¡Mamá! ¡Tuve un sueño increíble!"

Su mamá preguntó:

"- ¿Te das cuenta ahora de lo que te decía? Dormir puede llevarte a lugares mágicos."

"- Sí! ¡Nunca más voy a quejarme de dormir!"

Con el tiempo, Aray aprendió a apreciar la hora de dormir. Cada noche se acurrucaba en su cama, emocionado por las posibles aventuras que lo esperaban en sus sueños.

Y así, Aray, el niño que una vez no le gustaba dormir, se convirtió en un explorador de sueños, disfrutando cada día más de sus más increíbles aventuras nocturnas. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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