Ardilla y sus amigos en el bosque


Ardilla era una pequeña y traviesa ardillita que vivía en un hermoso bosque. Siempre estaba llena de energía y curiosidad, y le encantaba explorar cada rincón del lugar.

Un día, mientras jugaba con sus amigos conejo y zorro, Ardilla decidió aventurarse más allá de los límites conocidos. Corrió tan rápido como pudo entre los árboles altos y frondosos, saltando de rama en rama.

Pero mientras se divertía tanto corriendo, no se dio cuenta de que había llegado a una parte desconocida del bosque. Después de un rato, Ardilla se detuvo para descansar y miró a su alrededor. No reconoció nada de lo que veía. Estaba perdida. -¡Ay caramba! ¿Dónde estoy? -exclamó asustada Ardilla-.

No tengo idea de cómo volver a casa. Ardilla comenzó a llorar desconsoladamente cuando escuchó una vocecita detrás de ella. -¿Por qué lloras? -preguntó la vocecita. Ardilla volteó sorprendida y vio a un pajarito posado en una rama baja.

-Estoy perdida y no sé cómo volver a casa -respondió Ardilla sollozando-. Corrí muy lejos sin darme cuenta. El pajarito sonrió amablemente y dijo:-No te preocupes, amiguita ardillita.

Puedo ayudarte si me permites volar por encima del bosque para buscar el camino correcto. Ardilla secó sus lágrimas emocionada ante la posibilidad de encontrar el camino de vuelta a casa. -¡Oh, muchísimas gracias! -exclamó Ardilla-. Eres muy amable.

El pajarito voló alto en el cielo y comenzó a buscar, mientras Ardilla esperaba ansiosa abajo. Pasaron unos minutos y el pajarito regresó con una sonrisa triunfante. -¡He encontrado el camino de regreso! -dijo emocionado-. Sígueme y te llevaré hasta allá.

Ardilla siguió al pajarito por un sendero que no conocía. A medida que avanzaban, se encontraron con diferentes animales del bosque que también estaban perdidos: un erizo, una mariposa y un ratón. -¿También están perdidos? -preguntó Ardilla sorprendida. -Sí -respondió el erizo-.

Pero ahora que estamos juntos, podemos ayudarnos mutuamente a encontrar nuestro camino de regreso a casa. Así fue como los cuatro amigos continuaron su travesía juntos. Se apoyaban unos a otros cuando alguien se cansaba o tenía miedo.

Compartían historias divertidas para mantenerse animados durante el viaje. Después de mucho caminar, finalmente llegaron al borde del bosque conocido. Todos los animales se despidieron emocionados y se prometieron visitarse nuevamente en algún momento.

Ardilla corrió rápidamente hacia su hogar y abrazó felizmente a sus padres ardillas. Les contó sobre su aventura y cómo sus nuevos amigos la habían ayudado cuando estaba perdida.

Sus padres le dijeron lo orgullosos que estaban de ella por haber encontrado su camino de regreso y haber sido valiente durante toda la travesía. Desde ese día, Ardilla aprendió que es importante no aventurarse demasiado lejos sin tener en cuenta el camino de regreso.

También aprendió el valor de la amistad y cómo los amigos pueden ayudarnos cuando nos encontramos en situaciones complicadas. Y así, Ardilla y sus nuevos amigos vivieron felices en el bosque, disfrutando de nuevas aventuras pero siempre recordando volver a casa antes de que caiga la noche.

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