Ares y el Príncipe de Julio
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Ares. Con su risa contagiosa y su imaginación desbordante, Ares vivía aventuras todos los días. En una cálida mañana de enero, mientras jugaba en su jardín, su mamá la llamó desde la cocina.
"¡Ares, ven!" - gritó con alegría. Ares corrió hacia adentro, ansiosa por saber qué sorpresa le esperaba.
"¿Qué pasa, mamita?" - preguntó Ares, saltando de un pie al otro.
"¡Tendrás un primo!" - exclamó su mamá, con los ojos llenos de emoción.
Ares se quedó con la boca abierta, sorprendida pero también un poco confundida. ¿Qué significaba esto?"¿Qué es un primo?" - inquirió.
"Es el hijo de tu tío o tía, y vas a jugar con él como si fuera tu hermano" - explicó su mamá.
Ares estaba entusiasmada con la idea, pero después de escuchar que el primo nacería en julio, se sintió un poco triste.
"¡Pero eso es tantísimo tiempo!" - se lamentó Ares.
"Lo sé, cariño, pero puedes prepararte. Hay muchas cosas que podrías hacer mientras esperas" - le sugirió su mamá, con una sonrisa cálida.
Y así fue como Ares decidió que la espera no sería aburrida. Comenzó a hacer una lista de cosas para preparar la llegada de su primo.
"Primero, ¡voy a hacerle un regalo!" - dijo Ares. Se le ocurrió una gran idea: un libro de cuentos llenos de aventuras.
"Voy a repartir magia en cada página, ¡sí!" - exclamo emocionada.
Día tras día, Ares se sentaba en su mesa de arte y dibujaba, escribía y coloría. Pero no todo fue fácil. A veces, se sentía un poco frustrada porque las palabras no salían como ella quería.
"¡Ay, ¿cómo se dice cuando alguien vuela? !" - exclamó un día, frustrándose.
Un día, su abuela la visitó y notó que Ares estaba enojada con sus dibujos.
"¿Qué pasa, mi niña?" - preguntó su abuela.
"No logro hacerlo bien. Quiero que mi primo ame el libro, pero no puedo escribir bien" - se quejó Ares, con lágrimas en los ojos.
"Ares, lo más importante es el amor que le pongas. No tienes que preocuparte por la perfección; a veces, lo más bonito viene de lo que sentimos en el corazón" - le dijo su abuela, acariciando su cabeza.
Ares sonrió y comprendió que su abuela tenía razón. Así que, más que preocuparse por hacer un libro perfecto, decidió hacer un libro lleno de amor y aventuras.
A medida que pasaban los meses, Ares recopiló cuentos sobre princesas, dragones, y animales parlantes. Ella se entusiasma contando historias para su madre y su abuela.
"Y luego el dragón se convirtió en un amigo de la princesa, y juntos fueron a salvar el reino" - relataba Ares, quien se mantenía cada vez más animada.
Finalmente, el mes de julio llegó. Ares estaba en la puerta del hospital con su mamá y papá, esperando a conocer a su primo. Cuando su tía apareció, todo estaba lleno de alegría.
"¡Bienvenida a la familia, pequeño Félix!" - exclamó Ares cuando vio por primera vez a su primito en brazos de su mamá.
Félix era tan pequeño y tierno. Ares sentía que su corazón iba a estallar de felicidad.
"Mamá, tengo algo para él" - le dijo, ansiosa.
Ares entregó su libro de cuentos. La mamá de Félix lo tomó con una sonrisa.
"Seguro le encantará crecer con tus historias, Ares" - le aseguró su tía.
Desde ese día, Ares se convirtió en la mejor narradora de cuentos para su primo. Cada vez que lo visitaba, lo sentaba a su lado y le contaba acerca de dragones, aventuras y grandes héroes.
"Un día, él te contará sus propias historias, ¡esperá y verás!" - le dijo su mamá.
Y así fue como Ares aprendió que el amor y la creatividad son las mejores maneras de compartir con los demás. Descubrió que, aunque la espera parecía larga, el tiempo era un regalo para hacer algo especial y para aprender a ser una gran prima.
Finalmente, Ares entendió que cada día es una nueva aventura, y que la llegada de Félix era solo el comienzo de muchas más historias que tendrían juntos.
FIN.