Ariel y el Mar de Oportunidades



En un hermoso reino submarino, la princesa Ariel soñaba con el mundo arriba de la superficie. A pesar de que su padre, el rey Tritón, le había advertido sobre los peligros del mundo de los humanos, su curiosidad no tenía límites. Un día, mientras exploraba un viejo arrecife, escuchó una melodía. Era el príncipe Erick, quien cantaba en su barco.

"¿Quién es ese?" - se preguntó Ariel, fascinada por su voz. Su corazón latía con fuerza, pero de repente, una ola sacudió el barco y Erick cayó al agua. Ariel, sin dudarlo, se lanzó en su ayuda.

Una vez a salvo en la orilla, Erick se quedó sorprendido al ver a Ariel.

"¿Quién eres tú?" - le preguntó, atónito.

"Soy Ariel, una sirena. He venido a ayudarte" - respondió ella, pero antes de que pudiera seguir hablando, ¡plaf! , se desvaneció en el agua dejando una burbuja de incertidumbre.

Ariel no podía dejar de pensar en Erick. Quería saber más sobre él y su mundo, y decidió visitar a la bruja Úrsula, quien siempre había sido conocida por sus trucos y hechizos.

"Úrsula, necesito que me ayudes a convertir mis aletas en piernas para poder caminar en la tierra" - le dijo Ariel con valentía.

"Por supuesto, querida, pero hay un precio a pagar. Tu voz es muy hermosa, así que me la das y yo te otorgo tus piernas" – respondió Úrsula con una sonrisa astuta.

"Está bien, lo haré" - aceptó Ariel, sin saber los verdaderos planes de la bruja.

Ariel se convirtió en humana y fue a buscar a Erick. Cuando finalmente lo encontró, el príncipe no pudo evitar maravillar su belleza, pero al momento de hablar, Ariel se dio cuenta que había perdido su voz.

"No puedo hablar, pero puedo mostrarte lo que siento" - pensó Ariel para sí misma. A través de gestos y su cálida sonrisa, logró atraer la atención de Erick y se hicieron grandes amigos.

Mientras tanto, Sebastián, el cangrejo amigo de Ariel, estaba preocupado.

"Ariel, ten cuidado con lo que hiciste. Esa bruja no es digna de confianza" - le advirtió.

Ariel se rió con despreocupación, pensando que todo saldría bien. Juntos, Erick y Ariel disfrutaron de días llenos de aventuras, explorando el bosque y conociendo a los amigos de Erick. Pero Ariel extrañaba su voz y la música del mar.

Un día, mientras paseaban, Ariel se dio cuenta de que la amistad con Erick era más que solo palabras. Se sentía feliz y plena. Sin embargo, cuando se acercaron a un lago, Úrsula apareció de la nada.

"¡Ariel! Regresa a mí, o perderás todo lo que has ganado" - gritó la bruja.

Ariel se asustó y miró a Erick, quien no la entendía. Entonces, Sebastián dio un salto y se interpuso.

"¡Esperen! Ariel, esto es tu vida. No dejes que Úrsula la arruine" - dijo Sebastián, sabiendo que Ariel debía tomar una decisión.

Ariel, con determinación, levantó la cabeza y frente a Úrsula reafirmó su deseo.

"He encontrado la felicidad en lo que soy, y no necesito cambiar para ser amada. Mi voz puede haber desaparecido, pero he encontrado otras maneras de expresarme" - declaró, con el corazón lleno de valentía.

Erick, aunque sin entender del todo lo que sucedía, sintió la conexión especial que tenía con Ariel y decidió defenderla.

"¡No te dejaré llevarte a Ariel!" - gritó Erick, tomando el lado de su amiga.

En ese instante, las palabras de Ariel resonaron en su corazón. Úrsula, furiosa, intentó atraparlos, pero un poco de magia mágica de la verdadera amistad de Ariel y Erick, combinada con la valentía de Sebastián, rompió el hechizo de Úrsula.

"¡Basta! Regresaré al océano, pero me llevo el poder que me pertenece" - aulló Úrsula, desapareciendo ante la luz que emanaba de la amistad que habían creado.

Ariel volvió a su forma de sirena, pero no estaba triste. Miró a Erick y le sonrió.

"Aunque no tengo mi voz, siempre tendré mi corazón lleno de música y amor" - pensó Ariel.

Erick entendió que las palabras no eran necesarias para que la amistad y el amor florecieran. Desde ese día, Ariel prometió seguir explorando tanto el mar como la tierra, sin importar las formas que tomara. Ya no le temía a lo desconocido, porque tenía amigos que la apoyaban.

Y así, la pequeña sirena aprendió que la verdadera belleza y la magia reside en ser uno mismo, rodeado de aquellos que te hacen sentir especial, sin importar las circunstancias. Desde entonces, Ariel y Erick vivieron muchas más aventuras, siempre recordando la importancia de la amistad y la valentía.

FIN.

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