Arsenii y el Poder de la Amistad



Era un día soleado en la Escuela Primaria del barrio y los niños ya estaban listos para la clase de artes. Todos los chicos esperaban con ansias esos minutos creativos en los que podían dejar volar su imaginación. Entre ellos, Arsenii, un niño grande para su edad, conocido por su humor y, a veces, por su carácter explosivo.

La maestra Carla, con una sonrisa, entró al aula y dijo: "¡Hola, chicos! Hoy vamos a crear nuestras propias máscaras. ¡Quiero que se dejen llevar y usen todos los colores que quieran!". Los ojos de los niños brillaron al escuchar eso.

Arsenii, emocionado, se puso a trabajar primero en su máscara. Usó colores brillantes, pero también decidió hacerla con cuernos que parecían hola, raros y creativos. Sin embargo, cuando su compañero Lucas se acercó a él y le dijo:

"Esa máscara parece un dragón, Arsenii, ¡es re loca!"

Arsenii, que a veces no soportaba las críticas, frunció el ceño y respondió:

"¿Te parece gracioso? No estoy haciendo una broma, estoy trabajando en algo genial."

Los demás niños notaron que Arsenii se había molestado y algunos comenzaron a murmurar en voz baja:

"No le digas eso, Lucas, no le gusta que lo critiquen."

Lucas, viendo que había herido los sentimientos de su amigo, le dijo con voz tímida:

"Perdón, Arsenii. No quise ofenderte, solo lo dije porque me gusta. Estoy seguro que va a quedar increíble."

Arsenii miró a Lucas, dudando un momento, pero luego sonrió levemente.

"Bueno, gracias... creo que entendí tu intención."

A medida que la clase avanzaba, Arsenii fue recuperando su ánimo y, con gran esfuerzo y creatividad, terminó su máscara. Cuando la maestra Carla vino a ver su obra, exclamó:

"¡Wow, Arsenii! ¡Has hecho un trabajo espectacular!"

Toda la clase aplaudió y, para sorpresa de Arsenii, se sintió valorado y querido nuevamente. Se dio cuenta de que podía haber reaccionado de otra manera, pero sus compañeros siempre estaban a su lado, apoyándolo.

Sin embargo, justo antes de que la clase terminara, un pequeño contratiempo ocurrió. Leona, una chica sensible y creativa, accidentalmente derramó pintura en la mesa de Arsenii. Se sintió apenada y los otros chicos se quedaron en silencio, esperando su reacción.

"¡Arsenii, lo siento! Fue un accidente, por favor no te enojes!" gritó Leona, asustada por la posibilidad de que se enfadara.

Arsenii respiró hondo, sintiendo que una nube de enojo intentaba encimarse sobre su corazón. Miró a Leona, que tenía lágrimas en sus ojos, y recordó un momento anterior en que él mismo había sido un poco torpe. Con una voz más suave, dijo:

"No hay problema, Leona. Son solo pinturas. Además, si todos cometemos errores, es porque estamos aprendiendo. Todos los días pasan cosas así, y lo más importante es que estamos juntos en esto. ¿Te gustaría que juntas decoráramos la mesa con lo que quedó?"

Leona sonrió, agradecida, y juntos comenzaron a jugar con los colores, convirtiendo el error en la mejor parte de la clase.

Los demás niños se unieron, riendo y pintando, creando bellas obras en las mesas. La maestra Carla los observaba con alegría y les dijo:

"Este es uno de los mejores ejemplos de cómo convertir un error en algo hermoso. ¡Así es como la amistad verdadera brilla!"

Y así, Arsenii aprendió que aunque a veces podía enfadarse fácilmente, en realidad tenía a sus amigos, que eran un gran soporte. La amistad, como los colores de las pinturas, podía combinarse para crear algo aún más bonito. Desde ese día, Arsenii se esforzó por ser más paciente y recordar que sus amigos también lo preciaban mucho, incluso en esos días difíciles. Siempre que sentía que el enojo intentaba apoderarse de él, se acordaba de Leona y de su deseo de ser un buen amigo, decidió ser un poco más comprensivo.

Y así, los días en la escuela continuaron, llenos de arte, risas y el maravilloso sabor de la amistad verdadera.

FIN.

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