Astronautas en busca de la felicidad
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, dos niños llamados Alma y Claudio. Desde que eran muy chiquitos, se hicieron amigos inseparables y compartían todo juntos. Siempre soñaban con aventuras emocionantes y explorar lugares lejanos.
Un día, mientras paseaban por el campo, encontraron un antiguo libro lleno de ilustraciones maravillosas sobre los planetas del universo. Fascinados por las imágenes, decidieron convertirse en astronautas y recorrer el espacio exterior.
Alma y Claudio construyeron una nave espacial imaginaria en su patio trasero. Usando sus mantas como capa espacial y cajas de cartón como controles de la nave, se prepararon para su gran viaje. "¡Prepárate para despegar!", exclamó Claudio emocionado.
Con mucha imaginación, Alma y Claudio comenzaron a volar entre las estrellas. Pasaron por Marte y Júpiter, saludando a los extraterrestres amigables que encontraban en el camino.
A medida que avanzaban más allá del sistema solar, se encontraron con un planeta misterioso llamado "Planeta Felicidad". "¡Mira alma! ¡Es increíble!", dijo Claudio señalando hacia abajo. El Planeta Felicidad estaba lleno de colores brillantes y sonrisas radiantes. Las personas que vivían allí eran amables y generosas con todos los visitantes.
Alma y Claudio aprendieron muchas cosas nuevas sobre la importancia de ser felices y hacer felices a los demás. Continuando su viaje intergaláctico, llegaron al "Planeta Amistad". Este lugar estaba lleno de juegos y risas.
Los niños del planeta les enseñaron a Alma y Claudio la importancia de la amistad y cómo cuidarla. "Claudio, ¿te das cuenta de lo valiosa que es nuestra amistad?", preguntó Alma emocionada. "¡Sí, Alma! Somos amigos para siempre", respondió Claudio con una gran sonrisa.
Después de explorar muchos planetas más, Alma y Claudio decidieron regresar a casa. Aunque estaban tristes por dejar atrás las maravillas del universo, sabían que tenían muchas aventuras por vivir en su propio pueblo.
Cuando llegaron al pueblo, contaron a todos sus amigos sobre las increíbles experiencias que habían tenido en el espacio exterior. Inspirados por su historia, los demás niños comenzaron a soñar en grande y a imaginar sus propias aventuras.
Alma y Claudio se dieron cuenta de que no necesitaban viajar al espacio para encontrar la felicidad y la amistad. Estaban rodeados de personas maravillosas que los querían tal como eran. A partir de ese día, Alma y Claudio continuaron explorando el mundo juntos.
Descubrieron nuevos lugares dentro del pueblo: un río mágico donde podían nadar con peces brillantes o un bosque encantado lleno de árboles gigantes.
Siempre recordaron las lecciones aprendidas en el universo: ser felices, hacer felices a los demás y valorar la amistad verdadera. Y así, Alma y Claudio demostraron que no hace falta viajar muy lejos para tener grandes aventuras; solo hace falta llevar consigo amor eterno y un corazón lleno de sueños.
FIN.