Athenea y su Mundo de Sueños



Érase una vez, en un pequeño barrio de Buenos Aires, una nena llamada Athenea. Con solo cinco años, su risa era contagiosa y su curiosidad no tenía límites. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, la mamá de Athenea la llamó y le dijo que era hora de ir al médico.

"Pero mamá, ¿por qué? ¡Estamos jugando!" - protestó Athenea, con una mueca de desagrado.

"Es solo un chequeo, mi amor. Vamos a ver cómo estás, no te preocupes" - respondió su mamá, acariciándole el cabello.

Después de una larga espera, el doctor les dio una noticia que cambió la vida de Athenea:

"Athenea, te han diagnosticado diabetes. Necesitarás aprender a cuidar de ti para sentirte bien y jugar como siempre", le explicó el médico.

Athenea miró a su mamá y luego le preguntó al doctor: "¿Eso significa que no podré jugar más?"

"Para nada, Athenea. Solo tendrás que aprender algunas cosas nuevas, como medirte la glucosa y ponerte un pequeño pinchazo antes de las comidas”, le explicó el doctor con una sonrisa amable.

Aunque estaba un poco asustada, Athenea decidió que no dejaría que la diabetes le robara su alegría. Empezó a aprender cómo manejar su enfermedad con la ayuda de su mamá y su papá. Juntos, hicieron una lista de cosas divertidas que podría seguir haciendo:

"Podés bailar, jugar al fútbol y hasta hacer manualidades. Lo único que necesitamos es un poco de organización" - dijo mamá.

Los días pasaron, y Athenea aprendió a usar su glucómetro. Se ponía el punzón en el dedo con un poco de nervios, pero con la ayuda de su papá, descubrió que era como jugar a un juego: ¡los puntos eran sus aliados!"Mirá, soy una heroína que se mide la glucosa antes de aventurarse en su próxima misión" - decía emocionada mientras miraba a su amigo Mateo.

Mateo siempre estaba allí para apoyarla, y un día, decidió organizar una fiesta de cumpleaños para Athenea.

"¡Hagamos una fiesta!" - le dijo entusiasmado.

Athenea se iluminó y respondió: "¡Sí! Pero... hay algo que debemos hacer primero."

Los dos, emocionados por la fiesta, planearon un menú especial que incluía refrigerios saludables. Juntos hicieron galletas con avena y frutas:

"Así, no solo yo podré disfrutarlas, ¡sino que también todos mis amigos!" - dijo Athenea.

El día de la fiesta, Athenea se sintió como una princesa. Cada vez que los amigos llegaban, ella les compartía lo que había aprendido sobre su salud y la importancia de cuidar su cuerpo.

"¡Chicos, miren! Antes de bailar, me mido la glucosa. Es parte de la diversión" - les dijo con una gran sonrisa.

Sus amigos estaban tan impresionados que comenzaron a apoyarla: "¡Vamos todos a medirte!" - gritó Mateo, y todos se formaron para medirse también en su glucómetro. La fiesta se convirtió en una celebración de la amistad y el apoyo mutuo.

Sin embargo, una tarde, Athenea se sintió un poco triste. Mirando por la ventana, vio a los chicos jugar y reírse en el parque. "A veces quisiera ser como ellos, y no tener que hacer todo esto..." - murmuró.

Su mamá, que la escuchó, se arrodilló a su lado y dijo: "Athenea, tú eres fuerte y valiente. La diabetes no define quién sos. Tus sueños y tu felicidad son más grandes que cualquier obstáculo. Cada vez que te cuidas, demostrás que puedes hacer todo lo que querés".

Athenea sonrió al recibir las palabras de aliento de su mamá y, con renovadas energías, decidió que no iba a rendirse. Pidió a sus amigos que la acompañen a una competencia de baile.

"Voy a mostrarles a todos lo que puedo hacer, a pesar de todo" - les dijo con determinación.

El día de la competencia, Athenea subió al escenario con confianza. Antes de comenzar, tomó su glucómetro, se midió la glucosa y se aseguró de estar lista.

"¡Chicos, aquí voy!" - gritó cuando comenzó a bailar. Sus movimientos eran alegres y llenos de energía, brillando con cada paso.

Los aplausos retumbaban en el lugar mientras todos se maravillaban de su actuación. Al finalizar, Athenea sintió una enorme felicidad y orgullo en su corazón.

"¡Lo hice!" - exclamó, abrazando a sus amigos.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Athenea sonrió al recordar lo que había logrado.

"Nunca dejaré que nada me detenga. Soy Athenea, ¡la bailarina de los sueños!" no era solo una niña con diabetes, sino una niña con muchas ganas de conquistar el mundo, un paso a la vez.

FIN.

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