Atrapados en la red



Había una vez en el océano un pez llamado Nemo, que siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras nadaba por el mar, se encontró con un tiburón llamado Tomás. - ¡Hola Nemo! ¿Quieres jugar conmigo? -preguntó Tomás emocionado.

- Claro que sí, Tomás. ¿Qué juego quieres jugar? -respondió Nemo con entusiasmo. - Juguemos a las escondidas en el arrecife de coral. Tú te escondes primero y yo te busco -propuso Tomás.

Nemo aceptó la propuesta y rápidamente se escondió detrás de una roca del arrecife de coral. Mientras tanto, Tomás cerró los ojos y empezó a contar hasta diez antes de salir a buscar a su amigo.

Después de unos minutos buscando sin éxito a Nemo, Tomás decidió preguntarle al resto de los animales del mar si lo habían visto. Fue entonces cuando descubrió que Nemo había quedado atrapado en una red de pesca abandonada por los humanos.

Tomás no dudó ni un segundo en ir a buscar ayuda para rescatar a su amigo. Se encontró con Dory, otro pez amiga suya que tenía muy buena memoria. - Dory, necesito tu ayuda para encontrar a mi amigo Nemo.

Quedo atrapado en una red cerca del arrecife -dijo Tomás preocupado. - ¡Claro que sí! Recuerdo haber visto esa red hace unos días cerca del naufragio del barco pirata. Vamos allá -respondió Dory sin pensarlo dos veces.

Juntos fueron al lugar donde Dory recordaba haber visto la red de pesca y, gracias a su memoria, lograron encontrarla. Tomás usó sus dientes para cortar la red mientras Dory guiaba a Nemo hacia la salida.

Finalmente, los tres amigos lograron liberar a Nemo y lo llevaron sano y salvo al arrecife de coral. Después de ese día, Nemo aprendió una valiosa lección sobre el peligro que representan las redes de pesca abandonadas por los humanos en el mar.

Desde entonces, él y sus amigos se dedicaron a concientizar a todos los animales del mar sobre los riesgos que pueden correr si no cuidan su hogar. Y así, juntos crearon un ambiente más seguro y feliz para todos los habitantes del océano.

FIN.

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