Aurelio y Abigail, los bailarines del barrio
Una mañana soleada en el barrio de Villa Colores, Aurelio y Abigail se despertaron con una energía desbordante. Desde muy chicos, ambos habían compartido la pasión por moverse, pero no sólo de cualquier manera, sino bailando. Les encantaba experimentar con diferentes estilos: el rock, la salsa, el hip-hop, y hasta el tango. A ellos les gustaba decir que la vida era un baile que había que disfrutar.
"¡Abigail! ¿Querés hacer una coreografía nueva hoy?" - preguntó Aurelio con una sonrisa en el rostro.
"¡Sí! Pero esta vez usaremos nuestras propias canciones, ¿qué te parece?" - respondió Abigail con el entusiasmo a flor de piel.
Así fue como comenzaron a crear su propio espectáculo. Con un poco de imaginación, decidieron llamarlo "El Festival de los Ritmos". Se prepararon durante semanas, ensayando todas las mañanas y organizando una gran presentación en el parque del barrio para que todos pudieran disfrutar.
Un día, mientras ensayaban, una nube oscura empezó a cubrir el sol. Aurelio miró al cielo preocupado.
"¿Y si llueve en el día del festival? No podremos bailar al aire libre".
"No te preocupes, Aurelio - dijo Abigail con confianza - podemos hacer un plan B. Si llueve, armamos un escenario en mi garage y lo transmitimos en vivo a nuestros amigos".
Aurelio respiró aliviado. Tenían un plan, pero se dieron cuenta de que el tiempo no podía detener sus sueños. Seguirían moviendose juntos.
La semana del festival llegó, pero el día anterior, una tormenta feroz sacudió el barrio. Ni siquiera la lluvia parecía ir a detener la pasión de los dos amigos. A la mañana siguiente, el sol lucía brillante y claro, pero la sorpresa llegó cuando miraron el parque.
"Mirá, Aurelio. El pasto está todo lleno de charcos. Es un desastre" - exclamó Abigail.
"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Aurelio desilusionado.
A medida que se empezaban a preocupar, un grupo de sus amigos se acercó corriendo. Era un grupo lleno de energía, también apasionados por la danza y los movimientos.
"¡No se preocupen! Vamos a ayudar a limpiar el parque y después bailamos todos juntos. ¡Bailar siempre es la mejor opción!" - gritó Ana, una bailarina del barrio.
Con la ayuda de todos, limpiaron el parque y se armó un gran escenario improvisado con algunos tablones y una gran tela de colores que encontraban. Aurelio y Abigail, agradecidos, se fijaron en que habían creado no sólo un espectáculo, sino una comunidad.
"¡Vamos, a bailar!" - dijo Abigail y todos comenzaron a moverse al ritmo de la música que ponía un altoparlante viejo que había traído Matías, su amigo DJ.
Cuando fue el momento de hacer su presentación, Aurelio y Abigail se sintieron un poco nerviosos. Pero en cuanto comenzaron a moverse, la energía de su grupo hizo que todo fluyera.
"¡Estás haciendo magia, Aurelio!" - gritó Abigail, mientras giraba como una loca.
"No, ¡somos magia juntos!" - respondió Aurelio, sintiendo la alegría vibrar en sus pies.
La gente del barrio comenzó a sumarse, aplaudiendo y bailando con ellos. No podían creer que el espectáculo se había transformado en una fiesta comunitaria. Al final, todos estaban riendo y disfrutando, y cuando el sol se escondía, los corazones de todos estaban llenos.
"No importa si llueve, neva o hay tormenta, lo único que importa es seguir moviéndonos y disfrutar del momento" - dijo Aurelio mientras abrazaba a su amiga.
"Y siempre juntos, ¿verdad?" - agregó Abigail.
Desde ese día, el Festival de los Ritmos se convirtió en una tradición en Villa Colores. Ya sea bajo el sol radiante o un cielo nublado, Aurelio y Abigail aprendieron que la danza es un lenguaje universal que une a la gente y que nunca era tarde para mover el cuerpo y disfrutar juntos. La amistad, la alegría y la música se convirtieron en su combustible diario, y nunca más dejaron de moverse.
Así, con cada paso, Aurelio y Abigail recordaron que la vida es un gran baile, y juntos siempre podrían encontrar una manera de disfrutarlo, llueva o truene.
FIN.