Aurora y la canción de la Luna



Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques frondosos, vivía Aurora, una niña curiosa y soñadora. Desde que tenía memoria, Aurora había sentido una profunda fascinación por las estrellas.

Cada noche, antes de dormir, se asomaba por la ventana de su habitación y pasaba largos minutos contemplando el brillante manto estrellado que cubría el cielo. Aurora soñaba con poder acercarse más a las estrellas, observarlas detenidamente y descubrir todos sus secretos.

Por eso, todas las noches pedía el mismo deseo antes de cerrar los ojos: ir a la luna.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Aurora se encontró con un viejo sabio que le dijo:"Pequeña Aurora, veo en tus ojos la luz de las estrellas. ¿Qué es lo que tanto anhelas?"Aurora le contó al sabio sobre su deseo de ir a la luna para poder observar más de cerca las estrellas.

El sabio sonrió con ternura y le dijo:"Querida Aurora, para alcanzar la luna primero debes aprender a escucharla. "Confundida pero intrigada por las palabras del sabio, Aurora decidió seguir su consejo.

Todas las noches, en lugar de simplemente mirar al cielo estrellado desde su ventana, cerraba los ojos y se concentraba en escuchar atentamente. Fue así como Aurora descubrió que cada estrella parecía cantar una melodía diferente, formando juntas una sinfonía celestial que solo podía ser percibida con el corazón.

Emocionada por su descubrimiento, Aurora regresó al bosque para contarle al sabio lo que había aprendido. El anciano asintió con satisfacción y le dijo:"Has demostrado tener un corazón puro y valiente, querida Aurora.

Ahora estás lista para emprender tu viaje hacia la luna. "Sin entender muy bien a qué se refería el sabio, Aurora siguió sus indicaciones y esa misma noche cerró los ojos mientras escuchaba la melodía de las estrellas.

De repente, sintió cómo su cuerpo se elevaba lentamente hacia el cielo hasta llegar a lo más alto. Cuando abrió los ojos se encontraba parada sobre la superficie polvorienta de la luna.

Maravillada por la belleza del paisaje lunar y emocionada por estar tan cerca de las estrellas finalmente entendió el mensaje del sabio: no era necesario viajar físicamente a la luna para cumplir sus sueños; bastaba con abrir su corazón y dejarse llevar por la magia que habitaba en él.

Desde aquel día, Aurora siguió disfrutando cada noche del espectáculo estelar desde su ventana; pero ahora lo hacía con una nueva perspectiva: sabiendo que aunque estaba lejos físicamente de la luna siempre podría llegar hasta ella si aprendía a escucharla con amor y atención.

FIN.

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