Aurora y su mundo lleno de imaginación



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y flores de todos los colores, una niña llamada Aurora. Ella tenía una habilidad muy especial: podía inventar mundos con solo cerrar los ojos y dejarse llevar por su imaginación.

Una tarde, mientras estaba sentada en su jardín, Aurora decidió que quería crear un mundo donde los árboles hablaran y las nubes fueran de algodón de azúcar. Cerrar los ojos era suficiente. Y de repente, se encontró en un lugar maravilloso, donde todo lo que había imaginado cobraba vida.

"¡Hola, pequeña!" - dijo un árbol que tenía hojas brillantes y flotantes. "Soy el Árbol Maravilloso. Bienvenida a Bosquelia. ¿Te gustaría dar un paseo?"

Aurora sonrió, asombrada.

"¡Sí, por favor! Siempre he querido hablar con un árbol. ¿Qué más hay en Bosquelia?"

"Aquí hay ríos de zumo de frutas, montañas de caramelos y nubes de algodón de azúcar, como mencionaste. También hay criaturas mágicas que te encantarían. Te llevaré a conocerlas."

El árbol comenzó a caminar y Aurora lo siguió con alegría. Pronto, llegaron a un claro donde un grupo de criaturas de colores danzaban. Eran los Duendes Risonetes, conocidos por sus travesuras y risas contagiosas.

"¡Miren, llegó una nueva amiga!" - gritó uno de ellos. "¿Te gustaría jugar con nosotros?"

"Claro que sí, me encanta jugar!" - respondió Aurora emocionada.

Comenzaron a jugar al escondite, y mientras lo hacían, Aurora descubrió que cada vez que reía, los colores del lugar se volvían más vivos.

"¡Vamos a hacer una competencia de risa!" - sugirió uno de los duendes. "El que haga reír a más criaturas, gana un deseo."

Aurora aceptó el desafío. Con su imaginación, empezó a contar chistes, a imitar a los animales y a hacer caras divertidas. Todos se reían a carcajadas.

"¡Eres increíble!" - dijo otro duende mientras se secaba las lágrimas de risa. "¿Qué deseas?"

Aurora pensó un momento. Su deseo no era para ella, sino para el mundo que había dejado atrás.

"Deseo que todos los niños de mi pueblo puedan venir a Bosquelia. Quiero que vivan esta magia que tengo aquí y conozcan a todos ustedes, los Duendes Risonetes."

Los duendes se miraron entre sí, sorprendidos por su nobleza.

"Eso es un deseo muy lindo, pero también necesitamos encontrar una solución. Hay un camino del que no conocemos."

De repente, el Árbol Maravilloso se acercó.

"Podemos hacer que Bosquelia se visible para todos. Aurora, ¿te gustaría usar un mapa mágico que tú misma crees con tus pensamientos?"

"¡Sí!" - exclamó Aurora. "¿Cómo funciona?"

"Sólo necesitas concentrarte y dibujar con tus pensamientos!" - le explicó el árbol. "Cada forma que imagines será una parte del mapa."

Así que Aurora, llena de emoción, comenzó a dibujar. Pensó en caminos de caramelos que llevaran a su pueblo, en puentes hechos de nubes y en arcoíris que conectaban ambas tierras. Con cada creación, el mapa fue tomando forma.

Finalmente, se veía un gran signo azul con el nombre de 'Bosquelia' y un camino que unía su mundo con el de los humanos.

"¡Lo logré!" - gritó Aurora, salta de alegría.

"Esto es increíble, Aurora", dijo un duende. "Ahora, vamos a atraer a los niños de tu pueblo."

Juntos, los Duendes y Aurora comenzaron a bailar y cantar. Con su alegría, el brillo del mapa se expandió y, poco a poco, los niños del pueblo comenzaron a sentir el llamado de la magia.

Rápidamente, un grupo de niños llegó azulados por el arcoíris que crearon. Miraron asombrados mientras el árbol les decía:_" Este es Bosquelia, bienvenidos a nuestro mundo de imaginación y alegría. Aquí, pueden jugar con nosotros y vivir aventuras."

Los niños rieron y jugaron, llenando Bosquelia de energía y color. Aurora se sintió orgullosa de haber compartido su mundo imaginario.

"Gracias, Aurora. Nos hiciste muy felices!" - gritaron todos. "Siempre recordaremos este lugar."

Aurora sonrió, sabiendo que había creado no solo un mapa, sino un lazo entre dos mundos.

Desde ese día, Bosquelia no solo fue el refugio de Aurora, sino también de todos sus amigos. Cada vez que se reían, el color y la alegría reinaban. ¿Y lo mejor? Todos aprendieron lo importante que es compartir y dejar que los sueños cobren vida. Cada vez que Aurora abrió los ojos en su jardín, sabía que la imaginación no tiene límites y que siempre hay magia en ser generoso y amable con los demás.

Y así, Aurora y sus amigos continuaron viviendo felices, construyendo un mundo lleno de risas y aventuras, donde cada día era un nuevo capítulo en su hermoso cuento de magia e imaginación.

FIN.

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