Aventura en el Bosque



Era un hermoso día en el bosque. El sol brillaba entre las ramas y una suave brisa acariciaba las hojas. Pablo, un pato de plumas brillantes, nadaba contento en un pequeño estanque. Su abuelo, Don Patuco, estaba un poco débil y no podía salir a buscar comida, así que Pablo decidió prepararle un rico picnic.

Mientras Pablo recolectaba algunas semillas y hierbas frescas, vio volando entre las flores a una mariposa muy colorida. Era Mica, conocida por su belleza y alegría.

- ¡Hola, Mica! - saludó Pablo con entusiasmo. - Estoy preparando comida para mi abuelo. ¿Te gustaría ayudarme?

Mica sonrió con sus alas abiertas.

- ¡Hola, Pablo! Claro que sí. A mi abuelo también le gusta el néctar de las flores. ¿Qué tal si recolectamos un poco juntos?

Pablo estuvo de acuerdo y juntos comenzaron a buscar. Pero pronto se dieron cuenta de que el camino hacia las flores estaba lleno de obstáculos: ramas caídas, riachuelos, y algunas áreas de barro.

- ¡Ay, esto es más difícil de lo que pensé! - exclamó Pablo mientras intentaba despegar del barro.

- No te preocupes, Pablo. Sigo siendo ligera y puedo volar por encima de los obstáculos. Te ayudaré - dijo Mica con confianza.

Con un poco de ingenio, Mica voló y guió a Pablo, mostrándole los caminos más seguros. En cada parada, recolectaban delicias para los abuelos: semillas, flores y un poco de néctar. Sin embargo, cuando llegaron a un claro lleno de flores hermosas, Mica empezó a dudar.

- ¡Mira esas flores! Pero no hay ningún néctar. Solo parecen bonitas. - murmuró Mica.

- ¡No te desanimes! - respondió Pablo. - A veces lo que más brilla no es siempre lo más útil. Quizás podamos encontrar algo más.

Ambos decidieron seguir adelante. Entonces notaron un árbol con unas frutas bien jugosas colgando de sus ramas.

- ¡Mira! - gritó Pablo emocionado. - ¡Son las frutas que le encantan a Don Patuco!

Mica voló alrededor del árbol mientras Pablo, junto a su cuerpo, se esforzaba por hacer que las frutas cayeran al suelo. Pero el viento era fuerte y las frutas no caían tan fácil.

- Necesitamos pensar en otra forma - dijo Mica. - Podríamos hacer un círculo y trabajar juntos para empujarlas.

Pablo asintió y juntos planificaron una pequeña estrategia. Mica volaría mientras Pablo empujaba desde abajo. Al trabajar en equipo, las frutas comenzaron a caer.

- ¡Lo logramos! - aclamaron juntos mientras recolectaban las frutas que rodaban por el suelo.

Al final del día, habían recolectado una canasta llena de delicias: semillas, flores y las frutas jugosas. Estaban muy emocionados y se dirigieron al hogar de Don Patuco.

- ¡Mira lo que traemos, abuelo! - gritaron al llegar.

El abuelo, al ver la canasta, sonrió con alegría.

- ¡Qué sorpresa! Esto huele delicioso. Ustedes sí que saben cómo hacer feliz a un pato viejo. - dijo Don Patuco mientras sus ojos se iluminaban.

Pablo y Mica se miraron satisfechos y felices por la tarea cumplida.

- Aprendimos que trabajando juntos, todo es posible - agregó Pablo con una sonrisa.

- Y que a veces las cosas más importantes están justo más allá de los obstáculos - concluyó Mica.

Los tres compartieron un picnic muy especial, lleno de risas y historias. Desde aquel día, Pablo y Mica se convirtieron en grandes amigos, siempre listos para nuevas aventuras juntos en el bosque.

FIN.

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