Aventura en el Bosque de María



María era una niña curiosa y llena de energía que siempre soñaba con explorar el mundo más allá de su casa. Sin embargo, su padre era muy estricto y nunca la dejaba salir a jugar. Un día, mientras miraba por la ventana las estrellas brillando en el cielo, decidió que ya no podía seguir así.

"¡Voy a explorar el mundo!" - se dijo a sí misma con valentía.

Así que, en medio de la noche, cuando todos dormían, María se escabulló por la puerta trasera y se adentró en el bosque cercano. La luna iluminaba su camino y el aire fresco la llenaba de emoción. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que se perdiera entre los árboles y los sonidos misteriosos de la naturaleza.

"¿Dónde estoy?" - murmuró María, asustada. Y justo cuando pensaba en regresar, se encontró de frente con un enorme oso que estaba comiendo bayas.

"¡Ay, no!" - gritó María, dándose la vuelta y correteando hacia la ciudad, con el corazón a mil por hora.

Mientras corría, pudo escuchar algo detrás de ella. "¡María!" - era la voz de su padre, que la había seguido sin que ella se diera cuenta. "¡Vuelve aquí!"

María, en medio del miedo, se dio cuenta de que su padre estaba también preocupado por ella. Le dio más fuerza para seguir corriendo. Finalmente, logró salir del bosque y alcanzar la seguridad de su hogar.

Su padre llegó justo después, con el rostro pálido y los ojos llenos de preocupación. "No deberías haberte escapado así, María. Me asustaste mucho".

María, todavía con las piernas temblando, tomó valor y se giró hacia él. "Papá, lo siento. Quería explorar, pero me perdí. No sabía que había un oso allá afuera."

El padre de María, aunque enojado, se dio cuenta de que no podía mantenerla encerrada para siempre. "Te entiendo, solo quiero que estés a salvo."

Esa noche, el padre de María sentó a su hija en el sofá y, en un esfuerzo por entenderla, le habló sobre la importancia de la curiosidad y de cómo explorar el mundo también trae riesgos.

"No siempre puedo estar ahí para protegerte, pero podemos encontrar maneras de explorar juntos y mantenerte a salvo", sugirió su padre.

María se sintió aliviada. "¿De verdad podemos salir juntos?"

"Claro que sí. Mañana nos levantaremos temprano y haremos un picnic en el parque. Sería nuestra primera aventura juntos" - sonrió su padre.

Así fue como María y su padre comenzaron a salir juntos los fines de semana, explorando parques, bosques y descubriendo cosas nuevas. María aprendió que el mundo era un lugar maravilloso, pero también que debía ser cautelosa y estar atenta a su alrededor.

A partir de esa experiencia, María se sintió más unida a su padre, y él pudo aprender un poco acerca de lo importante que es dejar a los niños explorar, siempre y cuando haya alguien que les enseñe a hacerlo de manera segura.

De esa manera, una simple escapada se convirtió en el inicio de unas aventuras familiares inolvidables, donde el respeto, la curiosidad y la protección eran parte de cada paso que daban juntos. Y así, María descubrió que el mundo estaba lleno de maravillas, pero siempre con su papá a su lado, todo era mucho más divertido y seguro.

FIN.

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