Aventura en el Cairo


Pablo y Juan vivían en un pequeño pueblo en el corazón de Egipto. Un día, mientras caminaban por las calles polvorientas, vieron un cartel que anunciaba un concurso de dibujo en El Cairo.

Emocionados, los dos amigos decidieron participar en el concurso. - ¿Te imaginas, Juan? ¡Podríamos ganar ese concurso y viajar al Cairo! - dijo Pablo, con chispa en los ojos. - Sería genial, Pablo.

Pero, ¿cómo iremos hasta allá? El Cairo está muy lejos y no tenemos dinero para el viaje - respondió Juan, con un dejo de preocupación en su voz. Sin embargo, la determinación de los dos amigos era más fuerte que cualquier obstáculo. Decidieron emprender un viaje a pie hacia la gran ciudad.

Durante su travesía, conocieron a personajes peculiares que les brindaron ayuda y les enseñaron lecciones valiosas.

En un oasis, se encontraron con Hamed, un amable comerciante de camellos que les regaló un par de huaraches para proteger sus pies del ardiente suelo del desierto. - ¡Muchas gracias, Hamed! - exclamaron los chicos agradecidos. - La amabilidad es un tesoro que debe ser compartido, muchachos. Buena suerte en su viaje al Cairo.

Tras días de travesía, los amigos llegaron a las afueras de El Cairo, cansados pero emocionados. Fue entonces cuando se encontraron con Safi, un anciano sabio y gentil que les enseñó que los sueños se alcanzan con perseverancia y esfuerzo. - Nunca dejen de soñar, jóvenes amigos.

La determinación les abrirá puertas que nunca imaginaron. Con nuevas energías, Pablo y Juan se dirigieron hacia el concurso de dibujo. Sorprendentemente, ganaron el concurso con sus hermosas creaciones.

Como premio, recibieron un paseo en globo aerostático sobre la majestuosa ciudad de El Cairo. Desde las alturas, contemplaron la grandeza de la ciudad y se sintieron verdaderamente realizados. Regresaron a su pueblo como héroes, con el corazón lleno de gratitud por las lecciones aprendidas y la amistad fortalecida.

A partir de ese día, nunca más dejaron de soñar y luchar por alcanzar sus metas.

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