Aventura en el Campamento de la Escuela 89



Era un soleado día 18 de julio y la Escuela 89 estaba llena de emoción. Los alumnos, las maestras y la directora, la señora González, estaban a punto de embarcarse en una aventura inolvidable: un campamento en el bosque.

- ¡No puedo esperar para ver el lago! - exclamó Lucas, un niño inquieto con una gorra roja.

- A mí me gustaría pescar - respondió Sofía, con sus ojos brillando de entusiasmo. - ¿Creés que podremos?

- Claro, pero primero tenemos que armar las carpas - dijo la señora González, mientras revisaba la lista de materiales. - Recuerden que todos tenemos que ayudar.

Los alumnos subieron al ómnibus, donde cada uno se sentaba junto a sus amigos. Mientras el autobús avanzaba hacia el campamento, comenzaron a contar historias de miedo y a cantar canciones alegres.

Al llegar, se asombraron con la belleza del lugar. Los árboles altos se mecían suavemente con el viento, y el silencio del bosque solo era interrumpido por el canto de los pájaros.

- ¡Miren qué lindo es! - gritó Valentina, mientras apuntaba hacia el lago.

- ¡A armar las carpas! - pidió la maestra Rosa, una de las docentes más queridas por los chicos.

Los alumnos se dividieron en grupos. Cuando comenzaron a armar las carpas, las risas y los gritos llenaron el aire.

- ¡No, esa varilla no va ahí! - opinó Julián, intentando guiar a su amigo Mateo.

- ¡Ayudame a sostenerla! - le respondió Mateo, mientras la carpa casi se desmoronaba.

Tras un rato de esfuerzo, lograron armar todas las carpas. La señora González aplaudió.

- ¡Excelente trabajo, chicos! Ahora, ¿qué les parece si hacemos una caminata por el bosque?

Todos comenzaron a animarse. Equipados con mochilas y botellas de agua, se adentraron en el sendero. Mientras caminaban, la señora González compartía datos interesantes sobre la flora y la fauna del lugar.

- Y si encontramos un árbol con forma extraña, eso es un olmo, que es muy antiguo - explicó, señalando un árbol gigante.

- ¿Y qué más podemos buscar? - preguntó Sofía, curiosa.

- Podemos hacer una búsqueda del tesoro - sugirió la maestra Rosa. - Tendrán que reunir elementos de la naturaleza: una hoja, una piedra especial, y si encuentran una pluma, ¡mejor aún!

Los chicos dedicaron la tarde a la búsqueda del tesoro. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que Sofía se había separado del grupo mientras buscaba una pluma y no regresaba.

- ¿Dónde estará? - preguntó Valentina, preocupada.

- Vamos a buscarla - propuso Lucas, decidido.

Los alumnos formaron una pequeña cadena humana y comenzaron a recorrer el sendero. Al pasar entre unas ramas, escucharon un suave lamento.

- ¡Sofía! - llamaron todos al unísono.

- ¡Estoy aquí! - respondió una voz temblorosa.

Al llegar, encontraron a Sofía atrapada entre unas ramas.

- No puedo salir - dijo ella, con lágrimas en los ojos.

- ¡No te preocupes, venimos a ayudarte! - dijo Lucas.

Con la ayuda de todos, los chicos lograron liberar a Sofía.

- ¡Gracias! - exclamó ella, abrazándolos.

- Siempre estaremos juntos - dijo Julián, con una sonrisa.

Al regresar al campamento, decidieron hacer una fogata. Mientras el sol se ponía, comenzaron a contar historias y a hacer s'mores.

- Esta fue la mejor aventura - dijo Sofía, mirando las estrellas que ya empezaban a brillar.

- Y aprendimos mucho sobre la amistad y el trabajo en equipo - añadió la señora González.

Esa noche, todos se fueron a dormir con el corazón lleno de alegría, listos para un nuevo día de aventuras al siguiente. En la Escuela 89, no solo aprendían en el aula, sino también en el mágico entorno de la naturaleza, creando recuerdos que llevarían para siempre en sus corazones.

FIN.

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