Aventura en el Mundo del Agua
Era una soleada mañana en la ciudad de Aqualandia, un lugar donde todos los habitantes valoraban el agua. Los niños, llenos de energía, corrían hacia el lago para jugar. Entre ellos estaban Lucía, una nena curiosa, y su amigo Tomás, un apasionado por la naturaleza.
"¡Mirá, Lucía! El lago está un poco más bajo que ayer", dijo Tomás, señalando las orillas.
"Es verdad. ¿Por qué crees que sucede eso?" - preguntó Lucía mientras recogía una piedra del lago.
Tomás frunció el ceño pensativo y respondió: "Quizás no estamos cuidando el agua como deberíamos. Ayer vi a algunos amigos dejar la canilla abierta mientras se cepillaban los dientes. ¡Eso no está bien!"
Lucía también se acordó de eso y agregó: "¡Hay que hacer algo! Vamos a hablar con el Viejo Sabio del Bosque. Él debe saber más sobre el agua y cómo cuidarla."
Así que los dos amigos partieron hacia el Bosque de Aqualandia, un lugar mágico lleno de árboles que susurraban al viento. Tras una larga caminata, llegaron a una pequeña cabaña donde vivía el Viejo Sabio.
"¡Hola, Sabio!" - gritaron al unísono.
El Viejo Sabio salió al umbral de su puerta, con una larga barba blanca y ojos brillantes. "¿Qué les trae por aquí, jóvenes?"
Lucía respondió: "Notamos que el lago está bajo y queremos ayudar a cuidar el agua. ¿Nos podés enseñar cómo hacerlo?"
El Viejo Sabio sonrió y los invitó a pasar. "Claro que sí. Pero primero, deben aprender sobre los estados del agua. ¿Saben cuáles son?"
Tomás, emocionado, exclamó: "¡Sí! Sólido, líquido y vapor. ¡El agua puede transformarse!"
"¡Exactamente!" - dijo el Viejo Sabio. "El agua puede ser hielo en el congelador, un líquido en los ríos y riachuelos, o vapor cuando calienta. Pero, también podemos ver su escasez."
Lucía preguntó: "¿Cómo podemos ayudar a que no falte?"
El Sabio les mostró un mapa de Aqualandia. "Miren, aquí hay lugares donde el agua se usa sin cuidado. Cada vez que un grifo se deja caer, se pierde un poco de magia. Ustedes pueden ser los guardianes del agua. ¡Así que escuchen!"
Los niños estaban intrigados y decidieron seguir sus consejos. El Viejo Sabio les dio tres misiones:
1. **Ahorrar agua en casa.**
2. **Educar a sus amigos sobre el consumo responsable.**
3. **Crear un jardín con plantas que no necesiten mucha agua.**
"¡Vamos a cumplir las misiones!" - gritó Tomás con entusiasmo.
Los amigos volvieron a su barrio y comenzaron a trabajar. Lucía como una detective del agua le decía a su mamá: "Mamá, cerra la canilla mientras te enjabonas, así cuidamos el agua."
Tomás fue a la escuela y se paró frente a sus compañeros: - “Chicos, ¿sabían que podemos cuidar el agua? ¡Podemos jugar con menos!"
Uno de sus amigos, Felipe, exclamó: "¡Eso es genial! Vamos a hacer un concurso de ahorro de agua en casa. El que ahorre más, gana una pala para plantar. Así hacemos un jardín juntos"
Poco a poco, todos en el barrio se unieron. Un día, mientras Lucía caminaba por el parque, vio un hermoso jardín lleno de flores de colores. - “¡Mirá, Tomás! ¡Es nuestro jardín!" - gritó felizmente.
Poco a poco, los adultos se sumaron también a la iniciativa. Muchos niños aprendieron a cuidar el agua y a amarla más. La comunidad se unió y cada vez el lago lucía mejor. El Viejo Sabio del Bosque se acercó un día y sonrió al ver lo que habían logrado.
"¿Qué aprendieron en esta aventura?" - preguntó.
Tomás respondió: "Que cada gota cuenta. Cuidar el agua es cuidar la vida. ¡Incluso ayudamos a que el lago esté más alto!"
"Y que el agua puede ser transformada por nuestras acciones", agregó Lucía.
"Así es, queridos. Cada uno de ustedes tiene el poder de hacer la diferencia. Va más allá de su barrio. Cuidar el agua es un gran regalo para el futuro", concluyó el Viejo Sabio.
Desde aquel día, en Aqualandia, el agua no solo era un recurso, sino que se transformó en la base de su comunidad. Lucía y Tomás continuaron siendo los guardianes del agua, inspirando a todos a cuidar de cada gota.
Y así, la historia de los dos amigos recordando siempre que, aunque el agua tenga mil formas, su esencia es siempre la misma: vida.
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FIN.