Aventura en la Granja



En un pequeño pueblo, había una granja muy especial donde vivía una familia comprometida con el cuidado de los animales. La granja, llamada "El Refugio de los Pollos", era hogar de un gallo llamado Canto, una gallina llamada Pluma y muchos otros animales que correteaban felices. Pero había un problema: algunos aldeanos pensaban que los pollos solo servían para poner huevos y que no merecían respeto.

Un día, Canto se dio cuenta de que algunos niños del pueblo jugaban cerca de la granja, pero se reían de él y de los demás pollos. "¡Eh, miren esos pollos! ¡No hacen nada!"- gritó uno de ellos.

Canto, ofendido, decidió que era hora de demostrarles que los pollos eran más que simples aves. "Pluma, ¡tenemos que hacer algo!"- dijo.

"¿Qué tienes en mente, Canto?"- preguntó Pluma, curiosa.

"Voy a organizar una gran fiesta en la granja y los invitaré a todos los niños del pueblo. ¡Así podrán ver lo especiales que somos!"-

Pluma asintió y juntas comenzaron a preparar la fiesta. Reunieron granos, flores y decoraron la granja con cintas de colores. Cuando todo estuvo listo, Canto fue al pueblo y anunció:

"¡Niños, este sábado, la granja tendrá una fiesta! ¡Están todos invitados! Vengan a conocer a los animales y a disfrutar!"-

Los niños no estaban seguros. "¿De verdad? ¿Una fiesta con pollos?"- dijo uno de ellos riéndose.

Pero Canto no se desanimó, y el día de la fiesta, muchos de los niños se acercaron a la granja. Al llegar, quedaron maravillados con la decoración y la alegría que había.

"¡Miren, son pollos felices!"- exclamó una niña.

Los niños comenzaron a jugar con los pollos, y Canto se sintió orgulloso. "¡Bienvenidos a nuestro hogar!"- dijo.

A lo largo de la tarde, cada niño se divertía mientras aprendía sobre cómo cuidar a los animales y la importancia del respeto. Una de las actividades fue una carrera donde los niños empujaban pequeños carritos con comida para los pollos, y al final, todos juntos hicieron una gran canción en honor a sus nuevos amigos aviares.

Pero mientras estaban disfrutando, de repente, un grupo de perdices llegó corriendo "¡Ayuda! ¡Nos persigue un zorro!"- gritaba una perdiz aterrorizada. Los niños se alarmaron al ver al zorro acercándose.

Canto, sin pensarlo dos veces, dijo: "¡Todos detrás de mí!"-

"¿Qué vas a hacer, Canto?"- preguntó Pluma, aterrorizada.

"Voy a crear una distracción para que puedan escapar. ¡Confíen en mí!"- y con un fuerte canto, se plantó firme frente al zorro, tratando de asustarlo. El zorro, sorprendido por la valentía de Canto, se detuvo y parpadeó.

Los niños, viendo a Canto tan valiente, comenzaron a lanzar piedras pequeñas al zorro, gritando: "¡Vete, zorro! ¡No te queremos aquí!"-

Gradualmente, el zorro, asustado y confundido, decidió que no quería más problemas y se alejó corriendo hacia el bosque. Todos festejaron su victoria, y Canto, sintiéndose como un verdadero héroe, les dijo:

"¡Vieron! Los pollos podemos ser valientes también. Todos merecemos respeto, sin importar cómo nos vean los demás."-

A partir de ese día, la visión de los aldeanos sobre los pollos cambió. Los niños comenzaron a hablar de los animales con admiración y respeto, y la granja se convirtió en un lugar donde animales y humanos coexistían en armonía.

Y así, Canto y Pluma demostraron que el valor y el respeto son esenciales en la vida, no solo entre humanos, sino también hacia todos los seres vivos. Desde entonces, la granja no solo fue conocida por sus deliciosos huevos, sino también por el espíritu de unión que reinaba en ella.

Canto proseguía con su canto cada mañana, pero esta vez los niños del pueblo, al escucharlo, sonreían y saludaban desde lejos, recordando siempre que el respeto es la clave en las relaciones y que la verdadera amistad no tiene límites, ni siquiera entre especies diferentes.

FIN.

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