Aventura en la Montaña



Era un hermoso día de primavera cuando cuatro amigos, Lucas, Martina, Tato y Sofía, decidieron hacer una excursión en bicicleta por la montaña. Equipados con sus cascos, botellas de agua y muchas ganas de aventura, comenzaron a pedalear por senderos llenos de flores y árboles verdes.

"¡Miren qué lindo el paisaje!" - dijo Sofía, maravillada por la belleza de las montañas. "Sí, me encanta estar al aire libre en un día como este!" - comentó Tato, mientras subían por una colina.

Después de un rato de pedalear, encontraron un camino que se bifurcaba.

"¿A dónde vamos ahora?" - preguntó Lucas, mirando a sus amigos. "Podemos ir por la derecha, parece que hay un arroyo. O por la izquierda, que se ve más corto" - sugirió Martina.

"¡Vamos a la derecha!" - exclamó Sofía, llena de entusiasmo. "Sí, el agua siempre es divertida!" - agregó Tato. Los amigos decidieron seguir a Sofía y tomaron el camino de la derecha.

Tras un rato de pedalear y disfrutar del murmullo del arroyo, quedaron atrapados por lo hermoso del lugar, sin darse cuenta de lo lejos que se habían aventurado. De repente, se encontraron en un claro rodeado de enormes árboles.

"Esto no se veía en el mapa" - comentó Martina, un poco preocupada. "No te preocupes, estoy seguro de que podemos volver" - respondió Lucas con confianza.

Fundamentalmente, los amigos comenzaron a tratar de encontrar el camino de regreso, pero pronto se dieron cuenta de que se habían perdido.

"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Tato, sufriendo un poco de ansiedad.

"Primero, mantengamos la calma. Hay que pensar en lo que tenemos que hacer" - dijo Sofía, tratando de tranquilizarlos.

Los amigos se sentaron a descansar y reflexionaron sobre su situación. Recordaron que habían aprendido sobre la importancia de seguir siempre el camino inscripto.

"¡Tenía una idea!" - dijo Lucas. "Si seguimos el arroyo, podría llevarnos a un lugar conocido, siempre los ríos tienden a viajar hacia abajo y luego desembocar en algo más grande, como un lago o un camino."

Los amigos decidieron seguir el arroyo, y en el camino aprendieron sobre los distintos tipos de plantas y aves que veían. Tato se emocionó al ver un cardenal rojo.

"¡Miren eso!" - gritó Tato. "¡Es un cardenal!" - Sofía se detuvo para mirarlo, y los demás la siguieron.

Mientras seguían el arroyo, se pusieron a hablar sobre sus sueños, sobre lo que más les gustaba del aire libre y lo que querían ser cuando fueran grandes. La aventura se alzaba por encima de su preocupación.

Finalmente, escucharon un sonido familiar: el zumbido de una carretera.

"¡Eso es!" - dijo Marta. "Voy a salir a la carretera", y antes de que pudiera hacer algo, Sofía grito, "Cuidado, ¡podrías caer!"

Lucas, que había estado observando el vaivén del agua, notó un camino pequeño que parecía llevar hacia la carretera.

"Creo que este camino nos llevará de vuelta" - dijo Lucas. "Sigamos el sendero y tengamos cuidado."

Los amigos se pusieron en marcha nuevamente. Se estaban sintiendo más confiados, y la sensación de amistad era más fuerte que nunca. Al llegar a la carretera, una familia que pasaba en auto los vio y se detuvo.

"¿Están perdidos?" - preguntó el padre, con una gran sonrisa. "Sí, hemos estado un poco perdidos, pero estamos bien. Gracias por detenerse!" - respondió Martina.

La familia les ofreció agua y les indicó cómo regresar al sendero principal. Cuando finalmente llegaron a su punto de partida, todos se miraron y rieron de la aventura.

"¿Quieren volver a hacer esto otro día?" - preguntó Tato. "¡Sí! Pero esta vez con un mapa!" - dijo Sofía, riendo.

Y así, los amigos aprendieron que aunque a veces perderse es parte de la aventura, siempre hay una manera de encontrar el camino de regreso y lo más importante: tienen que cuidar el uno del otro.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!