Aventura en la Piscina Fría
Había una vez, en un reino mágico, un pingüí llamado Pipo, un drac llamado Drako y un llop llamado Lobo. Un día decidieron visitar una hermosa piscina que, aunque parecía invitante, estaba congelada. Pipo se zambulló de cabeza y se sintió como en casa. "¡Esto es genial! El agua fría me hace sentir vivo", exclamó.
Sin embargo, al mirar a sus amigos, Pipo se percató de que Lobo temblaba de miedo y Drako miraba la piscina con desconfianza. "¿Por qué no entran?", preguntó Pipo. Lobo respondió, "No sé nadar y tengo miedo. ¿Y si me hundo?". Por su parte, Drako añadió, "¡No puedo! Tengo miedo de que mi fuego se apague si me mojo".
Pipo, decidido a ayudar a sus amigos, pensó que era momento de actuar. "¿Y si hacemos un juego? Podemos aprender juntos. Yo los puedo ayudar a nadar, y si se mojan, yo soy el encargado de secarlos".
Los dos amigos se miraron con incertidumbre, pero la emoción de la aventura en el aire les dio un empujón. "Bueno, probemos", dijo Lobo.
Pipo les dio algunos consejos. "Primero, solo pongan las patas en el agua. Ven, yo lo haré primero". El pingüí chapoteó y se zambulló de nuevo, haciéndolo ver muy fácil. Lobo, con cautela, se acercó un poco más y mojó una pata. "¡Es frío!"
"Sí, pero... ¡es divertido!", contestó Pipo.
Drako, observando, dejó escapar un pequeño chorro de fuego, mejorando un poco su confianza. "Okay, voy a probar también. Solo un poco", dijo mientras se acercaba. Pipo lo animó, "¡Eso es! Solo enfócate en lo lindo que es estar con nosotros".
Eventualmente, Drako se atrevió a entrar a la piscina. "Es muy helada, pero tampoco es tan terrible". Y, sorprendentemente, su fuego no se apagó, ¡se sentía muy feliz!
Pipo guió a Lobo, "¡Ahora salta! Te agarraré". Lobo respiró hondo y, tras un pequeño salto, se encontró flotando. "¡Lo hice! No me hundí!".
Al ver a sus amigos disfrutando, el drac se llenó de valentía y se lanzó al agua, creando pequeñas burbujas por todo lado. La piscina se llenó de risas, chapoteos y nuevos juegos.
"¡Chicos, mira lo que puedo hacer!", gritó Drako mientras hacía un movimiento elegante en el agua. Los tres amigos rieron juntos.
Pero mientras jugaban, de repente, Drako lanzó un chorro de fuego por accidente y todos sintieron el calor. "¡Ups! ¡Cuidado!". Pipo, nervioso, dijo "Tenemos que estar pendientes con el fuego en el agua". El drac se sintió mal por lo que había hecho.
- “Lo siento, no quise. Me emocioné y me olvidé de cuidar el agua".
Pipo le respondió con una dulce sonrisa. "Está bien, lo importante es que estamos aprendiendo juntos. Ritemo antes de volver a jugar".
Así, el pingüí los guió para crear un nuevo juego. Se trata de nadar en círculos, siempre cuidándose unos a otros. Drako, sorprendido por el calor del fuego del llop, hizo su magia y comenzó a crear burbujas de fuego.
Al final de la jornada, Lobo, Drako y Pipo se sintieron muy felices de haber superado sus temores. "¡Todo fue por el trabajo en equipo!", exclamó Lobo.
"Y por el apoyo de cada uno", agregó Drako. Pipo asintió, feliz de ver a sus amigos tan emocionados, "El valor está en compartir nuestras ganas de aprender y divertirnos".
Y así, la piscina fría se convirtió en el lugar más cálido del reino, un espacio donde los amigos aprendieron que, con un poco de valentía y apoyo, pueden hacer grandes cosas juntos. ¡Fin!
FIN.