Aventura en la Prehistoria



Era un día soleado en el jardín de infantes, y los niños estaban muy emocionados porque hoy era un día especial. Su maestra Laura les había hablado de un viaje mágico a la Prehistoria, y algo increíble iba a suceder.

"¡Chicos!", anunció Laura, "Hoy nos vamos a la Prehistoria con mi varita mágica".

Los niños se miraron entre sí con asombro.

"¿De verdad, maestra Laura?", preguntó Amira, con sus ojos brillantes.

"Sí, sí! Vamos a aprender sobre los dinosaurios y las personas de esa época. ¡A ver si pueden adivinar qué haremos primero!".

"¡Cazar dinosaurios!", gritó Martín, saltando de alegría.

"No, Martín. Vamos a buscar fósiles", corrigió Laura, riendo. Los niños se emocionaron y todos juntos gritaron: "¡Fósiles!".

Con un movimiento de su varita, Laura pronunció un encantamiento y, ¡puf! , los niños se encontraron en un vasto paisaje lleno de árboles enormes y criaturas prehistóricas paseando por allí.

"Miren esos dinosaurios!", exclamó Benjamín, señalando un gigantesco braquiosaurio que comía hojas de un árbol alto.

"¿Puedo tocarlo?", preguntó Santos, llenándose de curiosidad.

"No es un peluche, Santos", respondió Laura. "Los dinosaurios son animales reales, hay que ser cuidadosos".

Mientras exploraban, los niños descubrieron huellas de dinosaurios en el suelo.

"¡Miren!", dijo Armando, agachándose para observar las huellas.

"¿Creen que podemos seguirlas?", sugirió Maxi.

A los niños no les tardó en recordarse una de sus actividades en la sala de clase: ¡seguir pistas! Así que decidieron seguir las huellas. Caminando emocionados, llegaron a un río donde vieron a un grupo de pequeños dinosaurios nadando.

"¡Son tan lindos!", dijo Irati, sonriendo.

De repente, un rugido fuerte hizo temblar el suelo. Era un tiranosaurio rex que caminaba por la orilla buscando comida. Todos se quedaron paralizados.

"¡Es gigante!", gritó Samuel, apretando la mano de su amigo Maxi.

"No se preocupen, no viene hacia nosotros", dijo Laura, tratando de calmarlos. "Vamos a quedarnos tranquilos y observar".

Mientras observaban, Martín notó algo brillante en el suelo, era un fósil.

"¡Miren, encontré un fósil!", exclamó con emoción.

"Te ayudo a desenterrarlo", dijo Amira, al tiempo que le daba una mano.

Con cuidado, los niños desenterraron un hermoso fósil de un dinosaurio pequeño y lo llevaron a Laura, quien sonrió.

"¡Bravo! Están haciendo un gran trabajo como paleontólogos de la Prehistoria! Ahora tomaremos un descanso y podremos dibujar lo que hemos visto".

Los niños encontraron un claro lleno de flores. Se sentaron en el césped y empezaron a dibujar dinosaurios y sus aventuras. Mientras dibujaban, Laura les habló sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y cómo los dinosaurios vivían en armonía con la naturaleza.

"Si cuidamos el planeta, ¡podremos seguir maravillándonos como lo hacemos hoy!", dijo Laura.

Pero de repente, las nubes empezaron a oscurecerse y se escuchó un trueno. Todos miraron a su alrededor, un terremoto comenzó a sacudir el lugar.

"¡Corran!", gritó Laura, y los niños, asustados, siguieron a su maestra hacia un lugar seguro.

Finalmente, llegaron a una cueva que los protegió del temblor. Estaban a salvo, pero sentían un poco de miedo.

"No se asusten, chicos. Esto es parte de la Prehistoria. Aprendí en la escuela que estos eventos son naturales", dijo Laura, tratando de calmar a los niños.

Mientras esperaban a que pasara el susto, los chicos comenzaron a contar historias sobre los dinosaurios. Cada uno se turnaba para inventar un cuento.

"Había una vez un dinosaurio que voló al cielo...", comenzó Maxi, con su voz emocionada.

Pronto, el miedo se transformó en risas y cuentos entre amigos. Después de un rato, el terreno volvió a estar tranquilo. Laura decidió que era hora de volver.

"Chicos, ¡hay que volver! Pero antes de irnos, ¿quién me ayuda a hacer un pacto con los dinosaurios?", dijo Laura con picardía.

Todos levantaron la mano y juntos, hicieron una promesa de cuidar la Tierra siempre, para que los dinosaurios y todas las criaturas pudieran vivir felices.

Finalmente, Laura movió de nuevo su varita y los niños se encontraron de vuelta en su jardín de infantes, llenos de historias y risas.

"¿Se dan cuenta de lo que aprendimos hoy?", preguntó Laura mientras los niños contaban sus historias.

"¡Que los dinosaurios son increíbles y tenemos que cuidar nuestro planeta!", dijo Martín, mientras sonreía.

Y así, con los corazones contentos y llenos de aprendizajes, los chicos prometieron nunca olvidar su viaje a la Prehistoria.

El día terminó, pero sus historias de aventuras sólo comenzaban.

FIN.

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