Aventura en la Selva



Era una mañana brillante cuando decidimos ir de campamento a la selva. Yo, junto a mis hermanos, Jean, el mayor; Jahel, el mediano; y Liz, la menor, nos llenamos de emoción y preparamos nuestras mochilas con todo lo necesario: comida, una linterna, una cuerda y, por supuesto, nuestros inseparables cuadernos de dibujo.

"¿Están listos?" - pregunté mientras hacía una lista de todo lo que llevábamos.

"Listos como nunca!" - respondió Jean, sonriendo mientras revisaba su cámara para capturar los mejores momentos.

"Tengo ganas de ver a los monos!" - dijo Liz, saltando de alegría.

"Recuerden, nunca se deben acercar demasiado a los animales, hay que mantener la distancia y respetarlos" -intervino Jahel, conocido por su amor a la naturaleza y su sabiduría.

Cuando llegamos a la selva, el sol brillaba, y el aire fresco nos hacía sentir vivos. Nos establecimos cerca de un río que cantaba alegremente, y comenzamos a explorar.

Mientras paseábamos, encontramos huellas en el barro.

"Miren, parece que hay un animal cerca!" - exclamó Jean emocionado, sacando su cámara para capturar el momento.

"¡Puede ser un jaguar!" - agregó Jahel, entusiasmado por la idea de ser exploradores como en sus libros.

"Ojalá podamos verlo!" - dijo Liz, con su mirada brillante.

Al adentrarnos más en la selva, comenzamos a escuchar un extraño ruido. Unos gritos que parecían ecos de un animal.

"¿Qué será eso?" - murmuré un poco asustado.

"Vamos a investigar, ¡no podemos dejar que el miedo nos detenga!" - respondió Jean, decidido.

Lentamente, nos acercamos al origen del sonido, y para nuestra sorpresa, encontramos a un pequeño mono atrapado en unas ramas.

"¡Pobre criatura!" - dijo Liz, con lágrimas en los ojos.

"Debemos ayudarlo, es lo correcto!" - declaró Jahel con firmeza.

"Pero, ¿y si su mamá está cerca?" - cuestioné, preocupado.

"No lo sabemos, pero si no lo ayudamos, el animal podría lastimarse más" - insistió Jean. Así que, con mucho cuidado, comenzamos a liberar al mono. Cuando finalmente lo logramos, el pequeño saltó y comenzó a correr por el bosque.

"¡Lo logramos!" - gritó Liz, llenándose de felicidad.

Pero al instante, un ruido fuerte retumbó cerca de nosotros. Un gran árbol se había caído, bloqueando nuestro camino de regreso al campamento.

"¡Oh no! ¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Jahel, preocupado.

"Necesitamos pensar rápido, no podemos quedarnos aquí!" - exclamé, sintiendo que teníamos que actuar.

Decidimos explorar el área para encontrar un nuevo camino. Caminamos con cuidado entre los árboles y encontramos una serie de senderos que parecían haber sido usados por personas antes.

"¿Y si seguimos este sendero?" - sugirió Jean, señalando hacia un camino más estrecho.

"Vamos, no hay alternativa" - respondió Jahel, mientras Liz caminaba emocionada, imaginando más aventuras.

Al final del camino, encontramos una pequeña cueva.

"¿Qué les parece si investigamos?" - pregunté, sintiendo que sería una aventura increíble.

"¡Sí! No puedo esperar a ver qué hay adentro!" - dijo Liz, apurada.

Dentro de la cueva, había pinturas rupestres y muchos restos de antiguos animales.

"Esto es impresionante, como un museo natural!" - dijo Jahel, inspeccionando las pinturas más de cerca.

"¡Deberíamos dibujar esto y contarle a alguien cuando volvamos!" - sugirió Jean. Todos comenzamos a sacar nuestros cuadernos y a dibujar.

Después de unos minutos de exploración, escuchamos de nuevo el sonido de un mono, pero esta vez era diferente, parecía un grito de ayuda.

"Parece que hay más monos!" - dijo Liz, emocionada.

"Vamos a ver qué necesitas!" - exclamé, sintiendo que nuestra misión si tenía sentido.

Siguiendo el sonido, encontramos a un grupo de monos, pero no estaban atrapados. Estaban asustados porque un gran felino los estaba persiguiendo.

"¡Debemos ayudarlos a encontrar un lugar seguro!" - dijo Jean, tomando la delantera.

"Pero no podemos enfrentarnos a un jaguar!" - advertí, un poco alarmado.

"Si trabajamos juntos, quizás podamos distraerlo o crear un refugio" - sugirió Jahel.

Así comenzó nuestra nueva misión: ayudar a los monos. Comenzamos a hacer ruido con nuestras mochilas y a correr en círculos para confundir al jaguar.

"¡Corre, corre!" - gritó Liz, mientras el felino miraba curioso. A medida que avanzamos, los monos se fueron uniendo a nosotros.

Finalmente, logramos que el jaguar se perdiera entre la vegetación, y los monos encontraron un árbol seguro para refugiarse.

"¡Lo logramos!" - gritó Liz abrazando a Jahel.

"¡Y ayudamos a un montón de animales!" - exclamé, sintiendo la adrenalina y la felicidad de haber hecho algo bueno.

Cuando todo se calmó, decidimos regresar al campamento.

"Hoy ha sido increíble, más de lo que podíamos haber imaginado!" - dijo Jean, sacando muchas fotos.

"Sí, y aprendimos que ayudar a los demás, incluso a los animales, es lo mejor que podemos hacer" - reflexionó Jahel.

Al anochecer, mientras nos sentábamos alrededor de la fogata, contamos nuestras aventuras y dibujamos lo que habíamos visto.

"Espero que podamos volver pronto a ayudar a más animales" - soñó Liz, mirando las estrellas.

"Así será, pero ahora es hora de descansar, mañana nos esperan más aventuras" - concluí, sonriendo a mis hermanos.

Y así, el campamento en la selva se convirtió en una experiencia inolvidable, donde no solo exploramos, sino que también aprendimos sobre la importancia de cuidar y proteger el mundo que nos rodea.

FIN.

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