Aventura en las alturas


Era una hermosa mañana en la que Popo y Totito decidieron ir de excursión a la montaña. Ambos amigos estaban muy emocionados por esta aventura, pues nunca habían estado en un lugar tan alto y lleno de naturaleza.

- ¡Vamos, Totito! -exclamó Popo mientras cargaba su mochila-. Tenemos que estar preparados para cualquier cosa. - Sí, sí, ya voy -respondió Totito apurando el paso-.

Pero ¿qué llevas ahí adentro? - Llevo comida, agua, ropa extra y una linterna por si se pone oscuro -detalló Popo con orgullo-. Además, tengo un mapa para no perdernos. Los dos amigos caminaron durante horas por senderos empinados y rocosos.

A pesar del cansancio y el calor sofocante, no dejaban de admirar la belleza natural que los rodeaba: árboles altísimos, flores multicolores y animales curiosos que corrían a su alrededor. De repente, mientras subían una colina bastante inclinada, Totito resbaló con una piedra suelta y cayó hacia atrás.

Por fortuna logró detenerse agarrándose de unas ramas cercanas pero quedó colgado peligrosamente sobre un precipicio. - ¡Ayuda! -gritó Totito asustado-. No puedo moverme ni soltarme.

Popo corrió hacia él intentando ayudarlo pero también perdió el equilibrio y ambos quedaron suspendidos en el aire sin poder avanzar ni retroceder. - Tranquilo amigo -dijo Popo tratando de mantener la calma-. No te sueltes, yo voy a buscar ayuda.

Popo logró soltarse y bajar con mucho cuidado hasta la base de la colina. Corrió hacia el pueblo más cercano para pedir auxilio mientras pensaba en Totito y en cómo podrían salir de esa situación tan peligrosa.

Cuando llegó al pueblo, Popo encontró a un grupo de rescatistas que se ofrecieron a ayudarlo sin dudarlo. Juntos regresaron rápidamente a la montaña donde encontraron a Totito aún colgado del precipicio. - ¡Estás bien! -exclamó Popo aliviado al verlo sano y salvo-. Los rescatistas van a sacarnos de aquí.

Los rescatistas utilizaron cuerdas especiales para bajar hasta ellos y subirlos sanos y salvos.

Al finalizar el rescate, Popo y Totito estaban muy contentos por haber vivido una experiencia única pero también aprendieron una gran lección: siempre hay que estar preparados para cualquier imprevisto cuando se realiza una actividad en la naturaleza.

Desde entonces, los dos amigos nunca olvidarán ese día en la montaña donde aprendieron sobre el valor de la amistad, el trabajo en equipo y la importancia de estar preparados ante cualquier eventualidad.

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