Aventura en Teimáiken



Era un hermoso sábado soleado y un grupo de amigos, Mateo, Sofía, Tomás y Valentina, estaban muy emocionados porque iban a visitar el bioparque Teimáiken. Todos querían aprender sobre los animales que allí vivían, especialmente sobre las tortugas y los yacarés.

"¡No puedo esperar para ver al Alligator americano!" - dijo Mateo con una gran sonrisa.

"A mí me encantan las tortugas, ¿sabían que hay varias especies aquí?" - comentó Sofía.

"Sí, como la tortuga leopardo y la tortuga de espolones. ¡Voy a tomar un montón de fotos!" - exclamó Tomás, que siempre llevaba su cámara.

"No se olviden de los yacarés, son como los cocodrilos pero más chiquitos y ¡son súper interesantes!" - agregó Valentina.

Al llegar a Teimáiken, los chicos se quedaron maravillados con todo lo que veían. El aire estaba lleno de cantos de aves y el olor de la vegetación fresca. La primera parada fue el hábitat de las tortugas.

La guía del bioparque, una mujer llamada Ana, los recibió con entusiasmo.

"¡Hola chicos! Bienvenidos a Teimáiken. Hoy vamos a aprender todo sobre nuestras tortugas. ¿Saben cuántas especies hay aquí?"

"¡Un montón!" - respondió Tomás, mientras tomaba fotos de las tortugas leopardo nadando.

"Así es, pero además de las tortugas leopardo, también tenemos tortugas de tierra y tortugas de laguna. Cada una tiene un hábitat diferente y hábitos de vida distintos" - explicó Ana.

Mientras escuchaban, Valentina se dio cuenta de que la tortuga de espolones era muy diferente a las demás.

"¿Por qué tiene esos espolones en el caparazón?"

"Excelente pregunta, Valentina. Los espolones sirven para protegerse de los depredadores y también les ayudan a escarbar en la tierra" - respondió la guía.

Los chicos se sorprendieron mucho al escuchar eso. Fue entonces cuando Mateo vio algo moverse en el agua.

"¡Miren, es un yacaré overo!"

"¡Vamos a verlo más de cerca!" - dijo Sofía, entusiasmada.

Cuando se acercaron al estanque, el yacaré los miró con curiosidad.

"Hola, yacaré, ¿qué tal?" - dijo Mateo en tono amistoso, aunque no esperaba una respuesta.

"¡Guau, se parece un poco a un cocodrilo!" - exclamó Sofía, maravillada.

Ana, la guía, empezó a explicarles sobre estos fascinantes reptiles.

"Los yacarés componen un ecosistema muy importante. Son depredadores, lo que significa que ayudan a mantener el equilibrio en la naturaleza".

"¿Pero no dan miedo?" - preguntó Tomás un poco asustado.

"En realidad, los yacarés son tímidos y prefieren alejarse de las personas, siempre que las tratemos con respeto, no hay problema" - respondió Ana aliviándolo.

Después de maravillarse con los yacarés, el grupo decidió ir a un taller de conservación que estaba sucediendo en otro sector del parque.

"¡Qué bueno! Vamos a aprender cómo cuidar a los animales y su hábitat" - dijo Valentina, muy emocionada.

En el taller, los chicos aprendieron sobre la importancia de no arrojar basura en la calle y cómo eso afectaba a los animales en su hábitat natural.

"Si tiramos plástico, las tortugas pueden confundirlo con alimento y lastimarse. Todos debemos ser responsables" - les explicó un especialista.

"Prometemos cuidar el medio ambiente" - dijeron al unísono los chicos, decididos a hacer un cambio.

Así, mientras el sol comenzaba a ocultarse, llegaron a su última parada, donde debían despedirse.

"Hoy fue un día increíble, aprendí tantas cosas sobre mis amigos los reptiles" - dijo Mateo.

"Sí, yo también. Adiós tortuga leopardo, adiós yacaré overo, ¡los voy a extrañar!" - agregó Sofía con un suspiro.

Antes de irse, Valentina se volvió hacia Ana y le dijo:

"¡Gracias por enseñarnos tanto! Vamos a contarle a todos lo que aprendimos y los ayudaremos a proteger a estos animales".

"Esa es la mejor actitud, chicos. Recuerden, el futuro de los animales está en nuestras manos" - contestó Ana con una sonrisa.

Y así, con el corazón lleno de aprendizajes y sonrisas, los amigos se despidieron de Teimáiken, regresando a casa no solo con un montón de fotos, sino también con el compromiso de cuidar el mundo en el que viven.

FIN.

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