Aventura Espacial en la Nave de Juguetes



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires y cinco amigos, Joaquín, Luna, Mateo, Sofía y Tomás, soñaban con ser astronautas. Después de muchas charlas en el patio de la escuela, decidieron construir una nave espacial de juguetes con cajas, almohadas y luces de colores.

"Vamos a hacer el viaje más increíble del universo", dijo Joaquín mientras pintaba una caja grande de azul.

"Y no olvidemos las galletitas para el camino", agregó Mateo, riendo.

"¿Y si encontramos alienígenas?" preguntó Sofía con los ojos brillantes.

"¡Sería genial!", respondieron todos juntos.

Con la nave lista, unió a sus sueños y subieron a bordo.

"Cinturones abrochados y ¡despegamos!" exclamo Luna, como verdadera capitana.

A medida que la nave ascendía, los niños miraban por la ventana de papel y veían como su ciudad se convertía en un pequeño punto. De repente, la nave empezó a tambalearse.

"¡Oh no! ¿Qué está pasando?" gritó Tomás.

"¡Solo es un poco de turbulencia!", calmó Mateo.

Luego de un rato, lograron estabilizarse y el caos se transformó en risas.

"¡Miren, un planeta!", señaló Sofía.

"¡Vamos a aterrizar!", dijo Joaquín emocionado.

Cuando bajaron, se encontraron con cinco chicas de colores brillantes. Tenían grandes ojos y parecían tan radiantes como el sol.

"Hola, somos las Brillantes de Estelaria, ¡bienvenidos a nuestro planeta!" dijo una de ellas.

"Yo soy Nova", continuó otra.

"Y yo, Luma!"

"Nos alegra mucho conocer astronautas de la Tierra", dijo Celeste, la más pequeña.

"Así que, ¿vinieron a jugar o a buscar tesoros?" preguntó Estrella sonriente.

Los niños se miraron entre sí, llenos de alegría.

"¡A ambas cosas!" exclamaron todos.

Juntos, comenzaron a explorar el planeta Estelaria, donde las flores brillaban y los ríos cantaban. Cada rincón estaba repleto de maravillas. Pero de repente, escucharon un fuerte rugido.

"¿Qué fue eso?" preguntó Luna.

"Es un Dragón Arcoíris que guarda el tesoro más valioso del universo", respondió Nova.

"Pero es muy tímido y solo se asoma cuando siente que hay amigos de verdad cerca", explicó Luma.

Decididos a conocer al dragón, los niños se acercaron despacito a una cueva.

"Estemos tranquilos, no le hagamos miedo", susurró Sofía.

Cuando asomaron la cabeza, vieron al Dragón Arcoíris llorando.

"¿Por qué llorás?" preguntó Mateo.

"Los otros dragones se ríen de mí porque no puedo volar como ellos", respondió el Dragón.

"¡Pero tenés un color precioso y único! Debes confiar en vos mismo", dijo Sofía.

Los chicos y las Brillantes se unieron.

"Vamos a ayudarte a volar", gritó Luna.

"Contemos hasta tres y empujamos juntos", sugirió Joaquín.

Con mucho esfuerzo y apoyo, juntos levantaron al Dragón Arcoíris, y, ¡zap! Con un gran empujón, el dragón alzó el vuelo, girando en círculos.

"¡Lo logré!", gritó lleno de alegría.

"¡Es maravilloso!" alzaron las voces las chicas.

Como agradecimiento, el Dragón ofreció un tesoro lleno de piedras preciosas y estrellas brillantes como nunca habían visto.

"¡Gracias, amigos! Ahora me siento feliz y puedo volar!"

Los niños y las Brillantes se despidieron del Dragón y se dirigieron a la Luna, donde se convertirían en verdaderos astronautas.

"Voy a contarle a todos que fuimos amigos de un dragón", dijo Tomás.

"Y que descubrimos que todos somos muy especiales", agregó Luna.

Finalmente, llegaron a la Luna y encontraron a dos nuevos amigos astronautas de un planeta cercano.

"¡Hola! Somos Vega y Orion, venimos a explorar también", saludaron entusiasmados.

- “¿Quieren ser parte de nuestra aventura?" propuso Mateo.

- “¡Sí! ¡Juntos haremos descubrimientos increíbles!" respondieron los nuevos amigos.

Y así, los cinco amigos de la Tierra y sus nuevas amigas de Estelaria, junto a Vega y Orion, formaron un gran equipo.

Una vez de regreso a casa, los niños aprendieron que la amistad puede brillar en cualquier lugar, y que juntos pueden enfrentar cualquier desafío. Cada uno retornó a su hogar, llevando consigo un brillo especial en sus corazones y la promesa de nuevas aventuras que estaban por venir.

"¿Listos para el próximo viaje espacial?", preguntó Mateo.

"¡Siempre!", regresaron los ecos de alegría por toda la galaxia.

Y así, soñaron en grande sabiendo que su aventura apenas comenzaba.

FIN.

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