Aventura Gasosa en el Aula



Era un día soleado en la Escuela Primaria de los Diversos, donde siete amigos estaban listos para una nueva jornada de risas y aprendizajes. Naty, Nico, Sami, Mile, Mateo, Benja, Nahi y Fabri eran los mejores compañeros, aunque tenían un pequeño problema: les gustaba tirarse gases en clase, lo cual siempre causaba muchas risas y caos.

Un día, la profesora Laura había planeado una divertida actividad sobre el medio ambiente. Mientras se preparaban, Naty le susurró a Nico:

"Creo que tengo un gas que puede hacer temblar a los árboles de la selva".

Nico rió y le contestó:

"¡No seas exagerada! Pero, si lo haces, yo hago el sonido de un trueno".

Sami, que escuchaba desde su lugar, no pudo resistirse y confesó:

"Yo tengo el gas más potente del aula. ¡Los demás no se atreverían a competir!".

Mile miró a sus amigos con una sonrisa pícara y dijo:

"Entonces, ¿qué les parece si hacemos una competencia?".

Los amigos se miraron emocionados y comenzaron a organizar el evento. Todo se llenó de risas y comentarios, mientras Mateo dio una idea brillante:

"¡Podríamos calificar los gases en diferentes categorías como: el más ruidoso, el más chistoso y el más sorpresa!".

Benja, que siempre buscaba cómo hacer aún más divertido todo, agregó:

"Espera... Necesitamos un jurado. ¿Nahi, te animás?".

Nahi, entre risas, aceptó encantada:

"¡Sí! Pero solo si me prometen que no usarán trampa".

Así que, mientras la profesora Laura no estaba mirando, comenzaron su competencia. Cada uno se turnaba, y a medida que iban tirando sus gases, las risas aumentaban. ¡Era un verdadero espectáculo!

Un momento de gran risa se produjo cuando Fabri, un tanto timido, decidió unirse. Acomplejado, anunció:

"No soy un experto, pero... ahí va".

Y tras un sonido inesperadamente fuerte, los demás estallaron en risas. Naty, entre carcajadas, dijo:

"¡Fabri, eso sonó como un reactor a punto de explotar!".

Pero la diversión no duró mucho. De repente, la profesora Laura entró en el aula y todos se quedaron quietos, como estatuas. Ella miró a todos con sorpresa al ver las caras divertidas y sospechosas. Se acercó y preguntó:

"¿Qué está pasando aquí?".

Mateo, con una chispa de ingenio, rápidamente improvisó:

"Señorita, estábamos haciendo una... uh... competencia de risas sobre el medio ambiente".

La profesora, con una ceja levantada, no pudo sacar de su mente el hecho de que algo olía diferente en el aula. Entonces, antes de que pudiera decir algo más, Nahi que estaba a su lado, decidió salir en defensa de sus amigos:

"¡Sí! Y es muy importante reírse y cuidar el medio ambiente. De hecho, el gas que tiramos proviene de... ¡las vacas!".

Todos comenzaron a reír nuevamente mientras la profesora, sorprendida, se unió a la risa. La situación se tornó graciosa y, antes de que lo supieran, estaban todos charlando sobre lo que realmente eran los gases y cómo formar parte de un ciclo natural.

La profesora recordó que a veces es bueno reír, pero también aprender y compartir valores. Así, decidió convertir la competencia en un círculo de charla sobre lo que pueden hacer juntos por el ambiente. Propuso a los chicos crear un gran mural donde pudieran plasmar dibujos de cómo cuidar la naturaleza, tomando como referencia la razón original de su actividad gasosa: el ciclo de los gases en la naturaleza.

Después del incidente, los siete amigos aprendieron que aun en los momentos de risa, siempre hay una lección que podemos llevarnos. Desde ese día, cuando escuchaban el sonido de un gas, no solo reían, sino también recordaban cómo crear conciencia sobre su entorno, convirtiendo cada risa en una nueva oportunidad para aprender y cuidar el planeta.

Y así, entre risas, gases y aprendizajes, la amistad de Naty, Nico, Sami, Mile, Mateo, Benja, Nahi y Fabri se hizo más fuerte, llenando su aula de alegría y enseñanzas a lo largo del ciclo escolar.

Fin.

FIN.

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