Aventura Intergaláctica de O, E y K
Era un día hermoso en el barrio de O y E. El sol brillaba y el aire fresco invitaba a la aventura. O y E, mellizos de 5 años, estaban sentados en el jardín, soñando con viajar al espacio. Su perro adoptado, K, los miraba con curiosidad y movía su cola con emoción.
"¿Te imaginas conocer las estrellas, O?" - dijo E, mirando al cielo.
"Sí, y también los planetas y hasta los satélites. ¡Sería genial!" - respondió O, sus ojos brillando de emoción.
Entonces K, con su pelaje marrón brillante, ladró una vez. Los mellizos se miraron entre sí.
"¿Qué tal si construimos una nave espacial?" - sugirió O.
"¡Sí, hagámoslo!" - gritó E, saltando de alegría.
Los tres comenzaron a reunir materiales del jardín. Usaron cajas de cartón, cintas de colores, y hasta una sombrilla vieja que encontraron. Trabajaron durante horas, llenos de creatividad, hasta que su nave espacial quedó lista: era grande, colorida y tenía un gran letrero que decía: "Nave Espacial OEK-1".
"¡Listo! Vamos al espacio!" - exclamó O, mientras se metían en la nave.
"¡Despegamos!" - dijo E, simulando contar regresivamente.
"Tres, dos, uno... ¡despegue!" - ladró K, como si también estuviera emocionado.
De repente, un rayo de luz iluminó la nave. ¡Y, de alguna manera, comenzaron a flotar! O y E se asustaron un poco, pero la emoción los llenó de valor.
"¿Dónde estamos?" - preguntó E, mientras miraba por una ventanita, maravillado por la vista.
"¡Estamos en el espacio! Mira, las estrellas!" - respondió O, señalando hacia afuera.
Los tres empezaron a observar con fascinación. De pronto, ¡un pequeño satélite pasó volando!"¡Un satélite!" - gritó O.
"¡Qué divertido! Vamos a seguirlo!" - dijo E, y K ladró de acuerdo.
Siguieron al satélite y, mientras lo hacían, comenzaron a notar algo extraño. Se veían luces parpadeantes cerca, como si algo estuviésemos llamando su atención.
"¿Qué serán? Vamos a averiguarlo!" - dijo O.
"¡Sí! Pero necesitamos estar atentos, K!" - agregó E.
Al acercarse, descubrieron que las luces eran en realidad un grupo de pequeños alienígenas de colores brillantes.
"¡Hola, terrícolas!" - dijeron los alienígenas al unísono.
"¡Hola!" - gritaron O y E. K ladró sorprendido.
"Estamos organizando una fiesta de estrellas, ¿quieren unirse?" - preguntó el líder alienígena, que era de color verde y tenía grandes ojos.
Los mellizos se miraron emocionados.
"¡Sí, queremos!" - respondió E.
"Podemos bailar y jugar entre las estrellas. ¡Será increíble!" - añadió O.
Los alienígenas guiaron a O, E y K hacia una zona donde las estrellas brillaban más intensamente. Allí, todo estaba lleno de música y alegría.
"¡Vamos a celebrar!" - dije uno de los alienígenas. Y los tres comenzaron a bailar junto a ellos.
Después de un rato, K se dio cuenta de que era hora de volver.
"¿No les gustaría acompañarnos a la Tierra?" - preguntó un alienígena.
"Sí, pero tenemos que volver a casa justo ahora, pero fue la mejor fiesta que tuvimos!" - dijo O mientras sonreía.
"¡Nos encantaría volver a verlos!" - añadió E.
Los alienígenas sonrieron y dijeron que, si querían, podían regresar cuando quisieran.
"Inviertan en su imaginación, y siempre podrán regresar a donde están los sueños!" - les respondió el alienígena líder, guiñándoles un ojo.
Con un último adiós, los mellizos y K subieron una vez más a su nave.
"¡Y ahora!" - dijo E mientras presionaba un botón imaginario.
Y, de repente, empezaron a descender de vuelta al jardín. Cuando aterrizaron, todo volvió a estar como antes.
"Fue la mejor aventura!" - exclamó O, abrazando a K.
"Sí, pero también tenemos que construir más naves para más aventuras" - dijo E.
Con el cielo estrellado de fondo, los tres sabían que las aventuras no habían terminado. Tenían mucha más imaginación y, a partir de ese momento, cada mirada al cielo se volvería un nuevo sueño por cumplir.
Y así, O, E y K, siguieron explorando su barrio, imaginando nuevos lugares, y soñando con un nuevo viaje a las estrellas.
FIN.