Aventuras de Ahinara y Chava en Piura
Un soleado día en Buenos Aires, Ahinara, una niña de 5 años, se despertó con una gran emoción porque iba a visitar a sus primas que vivían en Piura. Lo que más le entusiasmaba era conocer a Chava, el perrito juguetón de sus primas, y a su hijita Isi, una perra pequeña y curiosa.
"¡Mami, ya quiero ir a jugar con Chava!" - dijo Ahinara saltando de la cama.
"Lo sé, Ahinara. Vamos a dejar las cosas listas para que podamos viajar hoy mismo", respondió su mamá.
Una vez que empacaron su mochila con juguetes y galletitas, Ahinara y su mamá tomaron un avión hacia Piura. Cuando llegaron, el aire era calido y fresco, y Ahinara podía oír el sonido de los pajaritos cantando.
"¡Mirá, mami, están allí mis primas y Chava!" - exclamó Ahinara al ver a sus primas con Chava y Isi, que corrían por el jardín.
Chava era un perro grande y amistoso, de pelaje marrón y orejas caídas. Cuando Ahinara lo vio, corrió hacia él.
"¡Hola, Chava! ¡Soy Ahinara!" - gritó mientras se agachaba para acariciarlo.
Chava movía su cola alegremente, y un ratito después, Isi, que era pequeña y juguetona, se acercó a Ahinara.
"¿Querés jugar con nosotras?" - dijo Isi en un lenguaje que solo los perros y Ahinara podían entender.
Ahinara, con su imaginación, pensó que Isi hablaba. La niña asintió y comenzó a correr por el jardín con los perros. Jugaron a la pelota, corretearon por la hierba y hasta hicieron una carrera.
Después de un rato, las tres estaban cansadas y se sentaron bajo un árbol para descansar. Ahinara observó a Chava, quien parecía un poco triste.
"¿Por qué estás triste, Chava?" - preguntó Ahinara, preocupada.
Su prima, Sofía, notó la inquietud de Ahinara y explicó:
"Chava a veces se siente solo porque no entiende que Isi está creciendo y ya no quiere jugar tanto como antes. A veces se siente un poco celoso."
Ahinara pensó en cómo a veces ella también se sentía sola cuando sus amigas no podían jugar. Entonces se le ocurrió una idea brillante.
"Y si hacemos una fiesta para Chava y Isi, así pueden jugar con más amiguitos!" - exclamó Ahinara con una gran sonrisa.
Las primas se miraron emocionadas. Sofía dijo:
"¡Eso suena genial! Podemos invitar a otros perros del vecindario. ¡Chava se va a poner re feliz!".
Así fue como Ahinara y sus primas comenzaron a preparar la fiesta. Hicieron invitaciones para perritos, prepararon galletitas especiales para perros y decoraron el jardín con globos y banderines de colores.
El día de la fiesta, los perros del barrio llegaron uno tras otro, todos emocionados de jugar con Chava e Isi. Había un perrito llamado Lucas que le encantaba correr y otro llamado Lola que adoraba jugar a traer la pelota.
"¡Mirá cómo se divierten!" - decía Ahinara a sus primas mientras señalaba a los perritos corriendo y saltando.
Chava comenzó a jugar con todos y se olvidó de su tristeza. Se dio cuenta de que Isi todavía le quería mucho, pero ahora también podía jugar con otros amigos.
Cuando la fiesta terminó, Ahinara se sintió muy feliz porque había ayudado a su nuevo amigo, Chava, a encontrar la alegría nuevamente.
"Hoy fue el mejor día de mi vida" - dijo Ahinara.
"Sí, fue espectacular. Gracias por la idea, Ahinara!" - le respondió Sofía mientras acariciaba a Chava.
Y así, Ahinara regresó a Buenos Aires, llevando consigo el recuerdo de un día lleno de risas, juegos y la lección más importante: a veces, compartir momentos con otros puede hacer que la tristeza se disipe y la diversión se multiplique.
FIN.