Aventuras de aprendizaje
Pelayo era un niño muy listo y alegre, siempre estaba dispuesto a enseñarle cosas nuevas a su hermana pequeña Marieta. Desde que Marieta era solo una bebé, Pelayo le hablaba, le cantaba y le mostraba cómo hacer sonidos graciosos con la boca. Marieta, con sus grandes ojos brillantes, observaba atentamente a su hermano y trataba de imitarlo.
"Mira, Marieta, así es como dices 'mamá'", decía Pelayo con entusiasmo, mientras Marieta intentaba repetir el sonido con esfuerzo. Poco a poco, con paciencia y risas, Marieta logró pronunciar sus primeras palabras.
A medida que Marieta crecía, Pelayo se convertía en su mejor amigo y compañero de juegos. Juntos construían castillos con bloques, se disfrazaban de piratas valientes y exploraban el jardín en busca de tesoros escondidos. Pelayo siempre alentaba a Marieta a probar cosas nuevas, a no tener miedo de equivocarse y a aprender de cada situación.
Un día, Pelayo tuvo una idea brillante. Quería enseñarle a Marieta a montar en bicicleta. A pesar de que Marieta estaba un poco nerviosa, Pelayo la animó con palabras de aliento. "Confía en ti misma, Marieta. Yo estaré a tu lado para ayudarte", le aseguró con una sonrisa.
Después de varios intentos y algunas caídas suaves, Marieta finalmente logró mantener el equilibrio y pedalear sin ayuda. Estaba radiante de alegría y orgullo, y Pelayo la aplaudió emocionado.
A lo largo de su infancia, Pelayo y Marieta vivieron innumerables aventuras juntos. Desde descubrir el mundo de los insectos en el jardín hasta inventar historias mágicas antes de dormir, cada momento fortalecía el vínculo especial entre ellos.
Y así, Pelayo no solo fue el hermano mayor amoroso de Marieta, sino también su maestro, su defensor y su inspiración. Juntos aprendieron que el amor, la paciencia y la valentía son las herramientas más poderosas para enfrentar cualquier desafío.
FIN.