Aventuras en el Campo


Melania era una niña curiosa y aventurera a la que le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas. Siempre había vivido en la ciudad, rodeada de edificios altos y ruidos constantes.

Pero un día, sus padres decidieron llevarla al campo para que pudiera experimentar la tranquilidad y belleza de la naturaleza. Cuando Melania llegó al campo, quedó maravillada por el verde intenso de los árboles y el canto de los pájaros.

Nunca antes había visto tantas flores silvestres ni escuchado el sonido del viento entre las hojas. "¡Mamá, papá! ¡Esto es increíble!", exclamó Melania emocionada. Sus padres sonrieron y le dijeron que iban a pasar unos días en una pequeña casa cerca del bosque.

Melania estaba ansiosa por explorar todo lo que el campo tenía para ofrecer. Una mañana soleada, mientras paseaba por el bosque, Melania encontró un sendero estrecho que llevaba hacia una montaña. Decidió seguirlo con curiosidad hasta llegar a la cima.

Desde allí, pudo ver un hermoso lago rodeado de árboles frondosos. "¡Wow! ¡Es tan bonito!", exclamó Melania asombrada. De repente, vio algo moverse detrás de unos arbustos cercanos.

Se acercó sigilosamente y descubrió a un pequeño zorrito jugando entre las hojas caídas. "Hola amiguito", dijo Melania dulcemente extendiendo su mano hacia él. El zorrito se acercó poco a poco y olfateó su mano. Parecía confiado y amigable.

Melania decidió llamarlo —"Pelusa"  por el pelaje suave que tenía. A partir de ese momento, Melania y Pelusa se volvieron inseparables. Juntos exploraron cada rincón del campo, descubriendo flores silvestres, animales curiosos y hermosos paisajes.

Un día, mientras caminaban junto al lago, Melania notó un pequeño bote abandonado en la orilla. Se le ocurrió una idea emocionante. "¡Pelusa, vamos a navegar en el lago!", exclamó Melania con entusiasmo. Con cuidado, subieron al bote y comenzaron a remar lentamente hacia el centro del lago.

El agua era tranquila y cristalina. Melania disfrutaba de la sensación de libertad que le daba estar rodeada de naturaleza. De repente, una brisa fuerte hizo que el bote se balanceara mucho más rápido de lo esperado.

Melania perdió el equilibrio y cayó al agua fría del lago. "¡Ayuda! ¡No puedo nadar!", gritó asustada mientras intentaba mantenerse a flote. Pelusa rápidamente saltó al agua y nadando con destreza llegó hasta ella.

Agarrándola por la ropa, lo arrastró hasta la orilla donde sus padres estaban alarmados pero aliviados al verla sana y salva. Desde ese día, Melania comprendió la importancia de tomar precauciones cuando se aventuraba en lugares desconocidos.

Agradecida por tener a Pelusa como amigo fiel e intrépido protector, aprendió también sobre el valor de la amistad y la importancia de cuidar y respetar a los animales. Cuando llegó el momento de regresar a casa, Melania se despidió del campo con una sonrisa en su rostro.

Había experimentado aventuras inolvidables, aprendido valiosas lecciones y había descubierto que, aunque viviera en la ciudad, siempre podría llevar consigo el espíritu libre y curioso del campo.

Y así fue como Melania volvió a casa con un corazón lleno de amor por la naturaleza y las amistades verdaderas. Cada vez que cerraba los ojos podía sentir el viento soplando entre los árboles y escuchar el canto de los pájaros.

Y sabía que siempre tendría un lugar especial en su corazón para Pelusa, su amigo fiel del campo.

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