Aventuras en el Jardín de Infantes Rayito de Sol



Había una vez en el Jardín de Infantes "Rayito de Sol", un grupo de niños y niñas muy emocionados por empezar la sala de 4 años. Entre ellos se encontraban Tomás, Valentina, Sofía, Mateo y Abril.

Todos estaban ansiosos por conocer a su nueva maestra y descubrir qué aventuras les esperaban en ese nuevo año escolar. El primer día de clases llegó y los niños entraron al aula con timidez pero también con mucha curiosidad.

La maestra, la señorita Laura, los recibió con una gran sonrisa y les dio la bienvenida. "¡Buenos días chicos! Soy la señorita Laura y seré su maestra este año.

Estoy muy contenta de tenerlos aquí", dijo la maestra mientras los pequeños se acomodaban en sus sillas. Los niños comenzaron a familiarizarse con el aula, explorando todos los rincones llenos de juguetes, libros y colores. Pronto se sintieron más cómodos y empezaron a interactuar entre ellos.

"¿Quieren jugar al rincón del juego simbólico?", propuso la señorita Laura. Todos asintieron emocionados y rápidamente se organizaron para jugar. Tomás decidió ser el cocinero, Valentina la doctora, Sofía la madre que cuidaba a sus hijos Mateo y Abril.

La imaginación fluía en el ambiente mientras cada uno interpretaba su rol con entusiasmo. De repente, un ruido fuerte proveniente del patio llamó la atención de todos.

Al salir, descubrieron que era solo el viento moviendo las ramas de un árbol cercano que proyectaba sombras en el suelo. "¡Miren! ¡Es un monstruo gigante!", exclamó Mateo señalando las sombras que bailaban en el suelo.

Los demás niños lo miraron sorprendidos por un momento hasta que Tomás se acercó valientemente hacia las sombras e hizo una mueca divertida imitando al supuesto monstruo. Todos estallaron en risas al verlo actuar tan gracioso.

La señorita Laura aprovechó ese momento para explicarles que no debían tener miedo a cosas que parecieran extrañas o diferentes, ya que muchas veces podían resultar inofensivas o simplemente necesitaban ser comprendidas desde otra perspectiva.

A lo largo del día, los niños disfrutaron de diversas actividades como pintar dibujos coloridos, escuchar cuentos fantásticos e incluso bailar al ritmo de canciones infantiles populares. Se sentían felices de estar juntos compartiendo nuevas experiencias y aprendizajes.

Al finalizar la jornada escolar, los padres llegaron a buscar a sus hijos quienes corrieron entusiasmados hacia ellos para contarles todo lo vivido durante su primer día en sala de 4 años. Esa noche cada niño se fue a dormir con una sonrisa en el rostro recordando todas las aventuras vividas junto a sus nuevos amigos en el Jardín "Rayito de Sol".

Y así comenzaba una etapa llena de juegos, risas y aprendizajes para estos pequeños exploradores del mundo.

FIN.

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