Aventuras en el Mundo de los Cuentos
Había una vez un niño llamado Juanma que, a pesar de no tener amigos, siempre estaba rodeado de aventuras gracias a su perra encantadora, Luna. Luna tenía un pelaje dorado que brillaba como el sol, y era la mejor compañía de Juanma durante sus juegos y sus viajes imaginarios. Juntos, exploraban el patio de su casa, convertían los montones de hojas en castillos y, a veces, incluso viajaban a lugares lejanos en su imaginación.
Juanma tenía una abuela muy querida, Chari, con quien hablaba por teléfono todas las semanas.
"Hola, Juanma, ¿qué hiciste hoy?" preguntaba Chari con cariño.
"¡Hola, abuela Chari! Luna y yo fuimos a la luna y comimos galletas de estrellas," contestaba Juanma entusiasmado.
"¡Qué divertido!" respondía Chari, riendo.
Un día, mientras Juanma y Luna jugaban en su mundo de fantasía, su padre entró al jardín con un gran sonrisa.
"Juanma, necesito tu ayuda. Estoy escribiendo un libro increíble, y me gustaría que me ayudaras a pensarlo," le dijo su papá.
"¡Genial! ¿De qué trata?" preguntó Juanma, emocionado.
"Es sobre un perro muy especial que no tiene nombre. Necesitamos encontrarle una historia que sea tan interesante que todos lo quieran leer," explicó su padre.
La idea les fascinó, así que Juanma tomó su cuaderno favorito y comenzó a pensar. Con Luna a su lado, Juanma comenzó a imaginar a ‘Roberto, el perro sin nombre’ como un perro valiente que recorrería el mundo en busca de su identidad.
"Podría ser un perro aventurero que ayuda a otros perros a encontrar sus hogares," sugirió Juanma.
"¡Perfecto!" aclamó su papá.
"Y también podría encontrar un collar que le diga su nombre al final," agregó Juanma.
Después de semanas de trabajo, Juanma y su papá terminaron el libro. Se lo enviaron a la editorial, y para su sorpresa, ¡fue aceptado!"¡Hicimos un gran trabajo, Juanma!" exclamó su padre.
"Pero, ¿y si no le gusta a nadie?" preguntó Juanma, un poco nervioso.
"Lo importante es que lo hicimos juntos y nos divertimos creando la historia. Ahora solo debemos esperar," le dijo su papá, sonriendo.
Al cabo de un tiempo, el libro fue publicado y se volvió muy popular. La gente lo amaba, y muchos niños comenzaron a leer sobre Roberto. Pero lo que sorprendentemente pasó fue que Juanma empezó a recibir cartas de otros niños.
"¡Hola, Juanma! Me llamo Tomás y me gustaría jugar contigo, ¡me encanta tu libro!" decía una carta.
Juanma nunca había recibido cartas de otros niños, y se emocionó mucho. Comenzó a contestarles, y con el tiempo, organizó un encuentro en el parque.
"¿Y si invitamos a todos los que nos escribieron?" sugirió Luna con su colita moviéndose y Juanma se imaginó a todos jugando juntos.
El día del encuentro fue una gran fiesta. Juanma llegó con Luna y se encontró con un montón de niños que conocía por sus cartas.
"¡Hola! Soy Tomás, ¡me encantan las aventuras de Roberto!" dijo un niño.
"Gracias, es nuestra historia!" sonrió Juanma.
"¡Podemos inventar un cuento juntos ahora!" sugirió otro niño, y todos se pusieron a contar historias sobre perros y aventuras.
Desde ese día, Juanma no solo tenía a Luna y a su abuela Chari, sino también un grupo de nuevos amigos con quienes podía jugar y compartir su imaginación.
Con el tiempo, Juanma se dio cuenta de que la amistad, la creatividad y la imaginación son tesoros que se pueden compartir. Ya no se sentía solo, y Luna siempre estaba ahí para recordarles que cada aventura es mejor cuando se vive con otros.
FIN.