Aventuras en el Parque de las Leyendas



Era un día soleado y los niños de la Escuela Primaria San Martín estaban emocionados. Habían estado esperando este paseo al Parque de las Leyendas durante semanas. Con sus mochilas llenas de viandas, el maestro Alberto los llevó hacia el bus.

"¡Ay! Ojalá veamos a los animales de cerca", dijo Valentina, la más curiosa del grupo.

"Y yo quiero ver a la serpiente de agua", comentó Tomás, entusiasmándose.

Cuando llegaron al parque, se organizaron en grupos. El encargado del paseo les explicó cómo funcionaría la visita.

"Recuerden, niños, siempre hay que respetar a los animales y seguir las indicaciones", dijo el Sr. Pérez, su guía.

Los niños asintieron y comenzaron su aventura. Siguieron un sendero que los llevó a la sección de los felinos. Cuando llegaron, escucharon un fuerte rugido.

"¿Qué fue eso?" preguntó Tomás, asustado.

"No te preocupes, es solo el león", respondió Valentina.

Estaban todos fascinados al observar cómo el león se estiraba perezosamente bajo la sombra.

"¿Sabían que los leones son animales muy sociales?" dijo el señor Pérez. Todos los niños escuchaban atentos.

De repente, una niña del grupo, Carla, se desvió hacia una sección donde había un espacio de juegos. Estaba tan emocionada que no pensó en el peligro de alejarse de su grupo. Cuando se dio cuenta, se encontró sola.

"¡Chicos!" gritó Carla, pero nadie la oyó.

Mientras tanto, el resto del grupo estaba escuchando sobre la importancia de la conservación de la fauna. Valentina se dio cuenta de que faltaba Carla.

"¡Sr. Pérez, Carla no está con nosotros!" exclamó.

El maestro se preocupó, pero rápidamente organizó un plan.

"Niños, hagan una fila y no se separen. Valentina, tú y Tomás vayan a buscarla. El resto, quédense aquí."

Valentina y Tomás corrieron en busca de Carla.

"¿Dónde te fuiste, Carla?" gritó Valentina.

"Estaba en el parque de juegos, pero no sé cómo volver", respondió Carla, algo asustada.

Valentina se agachó para consolarla.

"No te preocupes, estamos aqui. Solo tenemos que seguir el camino de regreso," le dijo con una sonrisa.

Mientras caminaban, se dieron cuenta de que no recordaban bien el camino.

"¡Esto es un lío!" se quejó Tomás.

Justo en ese momento, escucharon un ruido. Era un grupo de aves, cantando alegremente.

"¡Las aves! Vamos a seguir su canto. Quizás ellas nos ayuden a regresar", sugirió Valentina.

Así lo hicieron. Siguiendo el sonido, lograron llegar a la sección de los felinos. Allí estaban los demás niños, preocupados.

"¡Carla! ¡Valentina! ¡Tomás!" gritaron todos al verlos.

"Estábamos buscando a Carla," explicó Valentina, aliviada.

El Sr. Pérez les dio una lección importante en ese momento.

"Lo más importante es que siempre debemos estar juntos y cuidar de nuestros amigos. Todos forman parte de un equipo."

Finalmente, el grupo se reunió y continuó su recorrido por el parque. Visitaron los vestigios de las leyendas, donde el Sr. Pérez les narró cuentos sobre las criaturas que habían inspirado historias, como el Inkarrí y la Llorona.

"¿Creen que estas leyendas podrían ser reales?" preguntó el maestro.

"Quizás no como las cuentan, pero sí puede haber algo de verdad en ellas," reflexionó Tomás.

La visita terminó en un área de juegos donde todos se divirtieron, celebrando el reencuentro. Al final del día, mientras regresaban, todos estaban cansados pero felices.

"¡Este fue el mejor día de nuestras vidas!" exclamó Carla.

"Y aprendimos que cuidar de los amigos es igual de importante que cuidar de la naturaleza," agregó Valentina, muy contenta.

El Sr. Pérez sonrió y aprobó la lección. Al regresar a la escuela, los niños sabían que no solo habían vivido una aventura, sino que también habían aprendido sobre la amistad y el respeto hacia otros seres vivos.

Ahora, en los días posteriores, cada uno en la clase se dedicaba a cuidar un pequeño planta en sus escritorios, recordando siempre su día en el Parque de las Leyendas.

FIN.

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