Aventuras en el Parque Iberá



Era un día soleado en la provincia de Corrientes, y los amigos Mati y Lila estaban muy emocionados. Habían planeado una expedición al Parque Nacional Iberá, un lugar mágico donde el agua se unía a la tierra en un abrazo de belleza y vida.

"¿Estás lista para nuestra aventura?" - preguntó Mati, sosteniendo su mochila llena de provisiones.

"¡Listísima! No puedo esperar a probar el pescado frito de la señora Rosa", respondió Lila, recordando lo delicioso que era.

Los dos amigos comenzaron su recorrido entre los imponentes árboles de quebracho, que parecían contarles historias de tiempos antiguos con sus largas ramas. De repente, un suave ruido entre los arbustos llamó su atención.

"¿Qué habrá sido eso?" -preguntó Lila, con su voz un poco temblorosa.

Mati se acercó un poco más y, con un susurro de emoción, dijo: "¡Es un gato montés!"

Y efectivamente, entre las hojas verdes, apareció un elegante gato montés que los miraba curioso. Sus ojos brillaban como dos faros en la oscuridad.

"Hola, amigo" - dijo Mati, extendiendo su mano con un gesto amigable. "No queremos hacerte daño, solo venimos a explorar!"

El gato montés se acercó despacio, confiado. Lila, que siempre había soñado con conocer a un animal salvaje, se sintió fascinada.

"Deberíamos darle un nombre" - dijo Lila.

"¿Qué te parece 'Nube'?" - sugirió Mati, mirando cómo el animal jugaba con una hoja.

"¡Me encanta!" - respondió Lila.

De repente, Nube se detuvo y miró hacia el agua, como si viera algo.

"¿Qué será?" - preguntó Mati, intrigado.

Sin perder tiempo, los amigos siguieron a Nube hasta la orilla de un pequeño lago. Allí vieron un grupo de peces saltando, deslumbrando con sus colores brillantes.

"¡Esos deben ser los que sirven en la casa de la señora Rosa!" - exclamó Lila.

"¿Quieres intentar atraparlos?" - propuso Mati.

Con el apoyo de Nube, los amigos se sentaron en la orilla y, llenos de entusiasmo, intentaron atrapar peces usando sus manos.

"¡Mira! ¡Atrapa este!" - gritó Lila, mientras una ola de risas los envolvía. Pero los peces eran demasiado escurridizos, y sus intentos resultaron más en diversión que en cena.

Al final, exhaustos pero felices, decidieron regresar a la casa de la señora Rosa.

"¡Se me ocurrió una idea!" - dijo Mati. "Podemos ayudar a la señora Rosa con la pesca!"

"¡Sí! Ella nos enseñará a atrapar más y mejor!" - agregó Lila con entusiasmo.

Cuando llegaron a su casa, la señora Rosa los recibió con una sonrisa.

"Ustedes son unos aventureros!" - dijo ella. "¿Cómo les fue?"

"¡Queremos aprender a pescar, señora!" - exclamó Lila.

La señora Rosa los llevó al muelle y les enseñó cómo lanzar la caña y esperar pacientemente. Al final del día, había varios peces para hacer un delicioso pescado frito.

"Ahora entendemos por qué es tan sabroso!" - dijo Mati, mientras disfrutaban de la cena con la señora Rosa.

Cuando el sol comenzaba a ponerse, Mati y Lila, junto a Nube, se sentaron bajo la sombra de un quebracho, felices y satisfechos.

"Hoy aprendimos mucho" - reflexionó Lila.

"Sí, y también que, si trabajamos juntos, podemos lograr grandes cosas!" - respondió Mati.

Con el estómago lleno y corazones alegres, se despidieron de la señora Rosa y de Nube, prometiendo volver al Parque Nacional Iberá para seguir explorando y aprendiendo, porque la verdadera magia de la aventura estaba en compartir momentos inolvidables con amigos.

FIN.

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