Aventuras en el Parque Mágico



Había una vez en la hermosa ciudad de Río Cuarto, dos amigos llamados María y Bautista. A ambos les encantaba jugar juntos al aire libre, especialmente a la pelota y a la escondida.

Además, siempre se aseguraban de comer alimentos saludables para mantenerse fuertes y llenos de energía.

Un día soleado, mientras jugaban en el parque cercano a sus casas, vieron un cartel que decía "¡Parque de diversiones!" con letras coloridas y emocionantes dibujos de montañas rusas, carruseles y toboganes gigantes. María y Bautista no podían creer lo que veían; nunca habían ido a un parque de diversiones antes. Ambos amigos saltaron de alegría y corrieron hacia sus hogares para pedir permiso a sus padres.

Cuando volvieron al parque, estaban tan emocionados que casi no podían contener su entusiasmo. Al entrar al parque de diversiones, los ojos de María brillaban con asombro mientras miraba las atracciones que parecían sacadas de un sueño.

Bautista también estaba emocionado pero algo nervioso por las alturas. Decidieron comenzar por los juegos más tranquilos. Subieron al carrusel primero, riendo sin parar mientras daban vueltas en los coloridos caballitos.

Luego probaron el tobogán acuático y se divertieron como nunca deslizándose por él. Después llegó el momento más desafiante: las montañas rusas. María estaba ansiosa por subirse pero notó que Bautista parecía preocupado. "¿Estás bien, Bauti?", preguntó María con ternura.

Bautista asintió, pero se veía un poco inseguro. "Me da miedo subir a las montañas rusas, María. ¿Y si me mareo o me caigo?". María sonrió y le dio una palmadita en el hombro tranquilizándolo:"No te preocupes, Bauti.

Estoy aquí contigo y siempre estaremos juntos. Además, recuerda que hemos estado comiendo alimentos saludables para tener energía y fuerza. ¡Podemos hacerlo!". Con sus palabras de aliento, Bautista cobró confianza y decidieron enfrentar el desafío juntos.

Se subieron a la montaña rusa más suave y agarraron fuertemente las barras de seguridad mientras el tren comenzaba a moverse lentamente hacia arriba. A medida que la montaña rusa avanzaba por las alturas, María animaba a Bautista diciéndole lo valiente que era.

Ambos gritaban emocionados mientras disfrutaban de la increíble vista panorámica de todo el parque desde lo alto. Cuando finalmente bajaron de la montaña rusa, los dos amigos tenían una sonrisa radiante en sus rostros.

Habían superado su miedo juntos y se sentían orgullosos de sí mismos. El día continuó lleno de risas y diversión mientras exploraban cada rincón del parque de diversiones.

Montaron en más atracciones emocionantes como los autos chocadores y una noria gigante que les permitió ver todo Río Cuarto desde las alturas. Al llegar a casa esa noche, María y Bautista no podían dejar de hablar sobre su increíble día en el parque de diversiones.

Habían aprendido que, a veces, enfrentar nuestros miedos nos permite descubrir nuevas experiencias emocionantes. Desde ese día, María y Bautista siguieron siendo inseparables y continuaron disfrutando de aventuras juntos. Siempre recordaron la importancia de comer alimentos saludables para mantenerse fuertes y llenos de energía.

Y cada vez que se sentían asustados o inseguros, recordaban cómo superaron su miedo en las montañas rusas del parque de diversiones. Y así, María y Bautista demostraron que la amistad puede ayudarnos a superar cualquier obstáculo y vivir momentos inolvidables juntos.

FIN.

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