Aventuras en España
Era un día soleado en Argentina y Dulce, una niña de ocho años con una sonrisa brillante, estaba jugando en el parque con su hermana Lara. Pero ese día había algo diferentes en el aire. Su madre llegó con una noticia inesperada.
"Chicas, tengo que contarles algo muy importante" - dijo su madre con una mirada seria.
Las niñas se miraron preocupadas.
"¿Qué pasó, mamá?" - preguntó Lara, un poco nerviosa.
"Debemos mudarnos a España por un tiempo. Tuvo una oportunidad muy buena en el trabajo y nos iremos en dos semanas" - explicó su madre.
"¿España? Pero, mamá, ¿y nuestros amigos? ¿Y el parque?" - dijo Dulce, sintiendo que su mundo se derrumbaba.
"Lo sé, será un gran cambio, pero también será una aventura. Verán cosas nuevas, harán nuevos amigos y aprenderán muchas cosas" - aseguró su madre.
La noticia causó una tormenta de emociones en Dulce y Lara. Al principio, las lágrimas salieron en oleadas, pero pronto, una chispa de curiosidad comenzó a crecer en sus corazones. Con cada día que pasaba, las niñas hablaron sobre lo que las esperaba en España.
Con la llegada del día de su mudanza, Dulce y Lara decoraron sus maletas con dibujos de Argentina. Pensaron que así siempre tendrían un pedacito de su hogar con ellas. En el avión, las hermanas observaban cómo las nubes pasaban como algodones de azúcar.
"¡Mirá, Dulce! Las nubes parecen un gran mar de pelotitas blancas" - exclamó Lara, comenzando a olvidar un poco su tristeza.
"Sí, como si estuviéramos viajando a otro mundo" - respondió Dulce, sintiendo que la aventura apenas comenzaba.
Finalmente, llegaron a España, y todo parecía nuevo y emocionante. El aire olía diferente, las calles estaban llenas de colores y sonidos que jamás habían escuchado. Sin embargo, al principio, la realidad de estar lejos de casa golpeó de nuevo.
En el primer día de clases, Dulce se sentía nerviosa.
"¿Y si nadie quiere ser mi amiga?" - le susurró a Lara.
"No te preocupes, a todos les gusta jugar. Solo tenés que ser vos misma" - le animó Lara.
Con el corazón latiendo fuerte, Dulce entró al aula. Al mirar a su alrededor, vio a un grupo de niñas brincando y riendo. Decidida a dar el primer paso, se acercó.
"Hola, soy Dulce, ¿puedo jugar con ustedes?" - pidió con una sonrisa, aunque le temblaban un poco las manos.
Las niñas la miraron con curiosidad.
"¡Claro! ¡Soy Ana! Y esas son Marta y Clara!" - dijo una de ellas.
Dulce se unió al juego y, en poco tiempo, esas niñas se convirtieron en sus nuevas amigas. Juntas, exploraron el patio y compartieron historias sobre sus países.
"Argentina, ¡qué nombre tan bonito!" - exclamó Ana.
"¿Sabes qué? En España también hay muchos lugares hermosos" - continuó Marta.
Dulce se sintió más en casa cada día. Aprendió palabras en español con acento español, bailó en fiestas y conoció tradiciones que nunca imaginó. Su hermana, Lara, también se unió a clubes y actividades, haciendo amigos rápidamente.
Un día, mientras exploraban el mercado, vieron un grupo de niños vendiendo limonada. Dulce se acercó y decidió ayudarles.
"¿Puedo vender limonada con ustedes?" - preguntó entusiasmada.
"¡Sí! El dinero que juntamos es para ayudar a un refugio de animales" - respondió uno de los niños.
Dulce se sintió inspirada. Era una forma de hacer algo bueno y también de hacer amigos. Juntos, recaudaron dinero y, cada fin de semana, llevaban comida a los animalitos del refugio.
Un día, al regresar a casa, Lara le dijo a Dulce.
"No puedo creer cuánto hemos crecido desde que llegamos a España" - comentó, acordándose de su hogar en Argentina.
Dulce sonrió.
"Sí, aunque extraño a nuestros amigos, esto es... ¡increíble! ¡Me encanta ayudar a los animales!" - exclamó.
Y aunque la nostalgia nunca desapareció por completo, ambas aprendieron que las nuevas experiencias y amistades también eran parte de su historia.
Los meses pasaron y las hermanas se dieron cuenta que, aunque habían cambiado de lugar, siempre llevarían a Argentina en su corazón. Al final de su tiempo en España, las chicas decidieron hacer algo especial antes de volver a casa.
"Vamos a hacer una fiesta con todos nuestros amigos" - sugirió Lara.
"¡Sí! Y en la invitación podemos escribir 'Amistad sin Fronteras'" - agregó Dulce, iluminándose de emoción.
La fiesta fue un éxito rotundo. Amigos de España y de Argentina se divertieron, compartieron historias y disfrutaron de un buffet lleno de delicias de ambas culturas. Al final de la noche, Dulce se dio cuenta de que su aventura no solo había sido sobre cambiar de lugar, sino sobre abrir su corazón a nuevos amigos y experiencias.
"A veces cambian las cosas, pero el amor y la amistad viajan con nosotros" - reflexionó Dulce, mientras contemplaban las estrellas que iluminaban el cielo.
Y así, Dulce y Lara aprendieron que no importaba dónde estuvieran, siempre podían encontrar alegría y amistad, y que la aventura siempre estaba al doblar la esquina, ¿dónde se encuentran con una nueva historia?
Así fue como Dulce y Lara transformaron su mudanza a España en un hermoso capítulo de crecimiento y nuevas conexiones, llevándose consigo recuerdos y lecciones que nunca olvidarían.
FIN.