Aventuras en la Casita de Tucumán
Era un hermoso día en la provincia de Tucumán. El sol brillaba en el cielo, y un ligero viento soplaba entre los árboles. En la Casita Histórica de Tucumán, un grupo de niños se había reunido para aprender sobre su rica historia. Entre risas y juegos, estaban Valentina, Martín y Luis. Valentina, con su energía inagotable, dijo:
"¡Chicos, tengo ganas de comer empanadas!"
"¡Yo también!", respondió Martín, lamiéndose los labios.
"Pero primero, veamos qué más hay en la casita", propuso Luis, que siempre estaba curioso por descubrir cosas nuevas.
Los niños entraron a la casita. Allí encontraron antiguos muebles de madera, retratos de héroes de la historia argentina y libros polvorientos llenos de relatos fascinantes. Mientras exploraban, el maestro de historia, el señor Rodríguez, se les acercó y les dijo:
"¿Sabían que esta casita fue testigo de momentos cruciales en la historia de nuestro país? Aquí se firmó la independencia de Argentina en 1816."
"¡Guau! ¡Es increíble!", exclamó Valentina.
De repente, un ruido extraño interrumpió su emoción. Los niños miraron hacia la ventana y vieron a una vizcacha, un pequeño animalito parecido a un conejo, que correteaba por el jardín de la casita.
"¡Miren! ¡Es una vizcacha!", grito Martín entusiasmado.
El señor Rodríguez sonrió:
"Las vizcachas son muy comunes en esta zona. Son animales nocturnos, pero a veces se les puede ver durante el día. Son curiosos como ustedes."
La vizcacha, al ver a los niños, se acercó y les olfateó los pies. Valentina, aprendiendo que las vizcachas no eran agresivas, se agachó y, con mucho cuidado, le ofreció un poco de su merienda.
"¡Qué linda!", dijo Valentina con ternura.
Martín, juguetonamente, dijo:
"Podríamos darla un nombre. ¿Qué les parece llamarla 'Empanadita'?"
Todos se rieron. Luis observó cómo la vizcacha comía la merienda y tuvo una idea:
"¿Y si hacemos un concurso de inventar empanadas para 'Empanadita'? Cada uno de nosotros puede hacer un dibujo de su empanada ideal y luego votamos por la mejor. Luego nuestra mamá puede hacerlas de verdad."
Los niños se entusiasmaron con la idea y comenzaron a dibujar. Después de una hora llena de creatividad y risas, decidieron que la empanada más original sería la que llevaría a 'Empanadita'.
Cuando terminaron, el señor Rodríguez se acercó una vez más:
"¿Y qué empanadas han imaginado?"
Cada uno contó su idea:
"La mía es de jamón y queso, ¡un clásico!", dijo Martín.
"La mía es de tres quesos y espinaca. Me encanta el verde", comentó Valentina.
"Yo pensé en una empanada dulce, con chocolate y frutillas", dijo Luis emocionado.
El profesor sonrió y dijo:
"¡Es una excelente manera de combinar la historia de nuestra cultura con la creatividad! Ahora, ¿quién se atreve a contarle a Empanadita cuál fue la historia de independencia?"
Los tres niños se miraron dientes apretados.
"¿Yo?", preguntó Martín.
"¡Sí, vos!", le animó Valentina.
Martín se acercó a 'Empanadita', que lo miraba con curiosidad, y comenzó a describir cómo en aquel entonces, hombres y mujeres lucharon por la libertad del país, todo mientras la vizcacha lo escuchaba atenta. Al terminar su relato, todos aplaudieron.
"¡Lo hiciste genial!", dijo Luis.
Era hora de despedirse y, mientras salían de la casita, Valentina miró atrás y le dijo a 'Empanadita':
"Prometemos volver a traer las empanadas. ¡Siempre tendrás un lugar en nuestros corazones!"
Y así, los niños se marcharon, llenos de aprendiza y diversión, con el cariño de 'Empanadita' en sus corazones, sabiendo que la historia y la naturaleza siempre pueden traer más aventuras por descubrir en Tucumán.
FIN.