Aventuras en la cocina


Pedro era un niño muy especial. Le encantaba jugar con sus juguetes todo el día, pero cuando llegaba la hora de comer, siempre se negaba a hacerlo.

Su mamá intentaba convencerlo de todas las formas posibles, pero Pedro no quería probar nada nuevo. Una noche, su mamá le preparó una cena muy especial: una sopa de verduras y pollo que olía deliciosa. Pero Pedro seguía sin querer comer. "Pedro, tienes que probar la sopa.

Estoy segura de que te va a gustar", le dijo su mamá. Pero Pedro solo frunció el ceño y negó con la cabeza. Entonces, apareció en escena el amigo imaginario de Pedro: un simpático perro llamado Rufus.

"Hola Pedro, ¿qué estás haciendo?", preguntó Rufus. "No quiero comer la cena", respondió Pedro con tristeza. "¿Por qué no pruebas un poquito? Quizás descubras que es rica", sugirió Rufus con una sonrisa amistosa.

Pedro dudó por un momento, pero decidió seguir el consejo de su amigo imaginario y probó un bocado de la sopa. Para su sorpresa, estaba deliciosa!"¡Esto está rico! ¡Quiero más!", exclamó Pedro emocionado mientras devoraba todo el plato.

Su mamá sonrió feliz al ver a su hijo disfrutando la cena gracias a Rufus.

Y así fue como desde ese día en adelante, cada vez que tenía problemas para comer algo nuevo o desconocido, recordaba las sabias palabras de su amigo imaginario:"Siempre hay que darle una oportunidad a las cosas nuevas. Nunca sabes si te van a gustar hasta que las pruebas". Y así, Pedro aprendió una valiosa lección gracias a su amigo imaginario.

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