Aventuras en la granja
Rosita era una niña muy alegre y responsable. Desde pequeña le encantaba pasar tiempo en la granja de sus abuelos, rodeada de animales y naturaleza.
Todos los días, sin falta, se levantaba con el primer canto del gallo para comenzar sus labores. Un día, mientras alimentaba a las vacas, escuchó un ruido extraño proveniente del bosque cercano. Curiosa, decidió acercarse para investigar. Para su sorpresa, encontró un cachorrito de zorro atrapado entre unas ramas.
Sin dudarlo un segundo, lo liberó y lo llevó a la granja para cuidarlo. -¡Abuelita! ¡Mira lo que encontré en el bosque! -exclamó Rosita emocionada.
-¡Ay, qué lindo cachorrito de zorro! Parece que te has ganado un nuevo amigo -respondió su abuela con una sonrisa. Desde ese día, el zorrito se convirtió en parte de la familia de Rosita. Lo llamaron —"Pelusa" por su suave pelaje blanco como algodón.
Juntos pasaban horas jugando en el campo con los demás animales de la granja. Sin embargo, un problema inesperado surgió cuando Pelusa empezó a desenterrar las verduras del huerto y a perseguir a las gallinas asustándolas con sus travesuras. -Rosita, me temo que Pelusa está causando problemas en la granja.
Deberíamos buscar una solución antes de que cause algún daño mayor -le dijo su abuela preocupada. Rosita reflexionó durante toda la noche sobre cómo podía enseñarle a Pelusa a comportarse adecuadamente sin perder su espíritu juguetón.
Al día siguiente, tuvo una brillante idea.
Decidió construirle a Pelusa un área especial donde pudiera jugar libremente sin molestar al resto de los animales y les pidió ayuda a todos ellos para enseñarle al zorrito las reglas básicas de convivencia en la granja. Poco a poco, con paciencia y amor, Pelusa fue aprendiendo cómo divertirse sin causar problemas.
Aprendió a respetar el espacio de cada animal y a controlar sus instintos cazadores cuando se trataba de las gallinas o los patos. Con el tiempo, Pelusa se convirtió en el guardián honorario de la granja; siempre alerta ante cualquier intruso indeseado pero nunca olvidando su lado juguetón y cariñoso con Rosita y los demás animales.
Gracias al esfuerzo conjunto de Rosita y sus amigos animals y emplumados, la armonía volvió a reinar en la granja.
Y así, entre risas y travesuras diarias, aprendieron juntos que con amor, paciencia y trabajo en equipo no hay problema demasiado grande que no pueda resolverse.
FIN.