Aventuras en la Granja Mágica



Érase una vez, en una granja muy especial, vivían caballos, ovejas, cabras, chanchos, gallinas, un gallo muy valiente y unos adorables pollitos. También estaba el granjero que cuidaba de todos los animales con mucho amor.

Un día soleado y hermoso, llegó a la granja una nena llamada Sofía. Tenía el cabello rubio y brillante como el sol y unos ojos llenos de curiosidad.

Sofía siempre había soñado con montar a caballo, así que se acercó emocionada a los establos. - ¡Hola! ¿Puedo montar uno de tus caballos? - preguntó Sofía al granjero con entusiasmo. - Por supuesto, pequeña. Elige tu caballo favorito - respondió sonriendo el amable granjero.

Sofía eligió a Pegaso, un hermoso caballo blanco con crines doradas. Le puso vendas rosas en las patas y un mandril de colores en la cabeza para hacerlo lucir aún más bonito.

Montada sobre Pegaso, Sofía sintió cómo el viento acariciaba su rostro mientras recorrían los campos verdes de la granja. Pero algo inesperado sucedió: Pegaso se detuvo bruscamente frente al río. - ¿Qué pasa? ¿Por qué te detienes aquí? - preguntó Sofía extrañada.

En ese momento apareció Margarita, una simpática ovejita blanca que vivía cerca del río. - Hola Sofía y Pegaso. Me encanta nadar en este río cristalino. ¿Quieren acompañarme? - dijo Margarita con una sonrisa. Sofía, emocionada por la invitación, decidió que sería divertido nadar con su caballo.

Juntos se adentraron en el río y disfrutaron de un refrescante chapuzón. Después de jugar en el agua, Sofía y Pegaso salieron del río y se encontraron con los demás animales de la granja que habían preparado un picnic sorpresa.

- ¡Bienvenidos! Hemos preparado una merienda especial para celebrar este día tan maravilloso - exclamó la gallina Carmela. En una manta verde colocaron deliciosos sándwiches, jugosas frutas y galletitas caseras.

Todos los animales compartieron risas y anécdotas mientras disfrutaban de la comida. De repente, el gallo Ramón propuso organizar juegos para hacer aún más divertido el picnic. - ¡Vamos a jugar al escondite! El último en encontrar a todos será el ganador - anunció Ramón emocionado.

Los animales corrieron por toda la granja buscando los mejores lugares para esconderse. Sofía contaba hasta diez mientras cerraba sus ojos y luego comenzó a buscarlos uno por uno. Fue una búsqueda llena de risas y diversión.

Finalmente, Sofía encontró a todos los animales escondidos: las cabras detrás del granero, los chanchos debajo de un árbol, las gallinas en el huerto e incluso descubrió que las vacas habían encontrado un lugar secreto cerca del establo donde disfrutaban del fresco pasto.

Cuando terminaron el juego, Sofía se despidió de todos los animales con un abrazo y un agradecimiento por hacer de ese día algo tan especial. - Gracias a todos por la increíble aventura que vivimos juntos.

Nunca olvidaré este día en la granja - dijo Sofía con una sonrisa llena de gratitud.

Y así, entre risas y juegos, Sofía aprendió la importancia de cuidar y respetar a los animales, además de descubrir el valor de la amistad y la diversión en compañía de quienes más queremos. Desde aquel día, cada vez que visitaba la granja, siempre había nuevas aventuras esperándola.

Y aunque creció y ya no montaba caballos con vendas rosas ni llevaba mandriles coloridos al río, nunca olvidó aquel picnic mágico en el que aprendió lecciones valiosas para toda su vida.

FIN.

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