Aventuras en la Nieve


Nazarena y Alan vivían en una pequeña casa en las afueras de la ciudad junto a sus dos hijos, Felipe y Malena. Un día, decidieron emprender un viaje a la montaña para que los niños conocieran la nieve por primera vez. Cuando llegaron, los ojos de Felipe y Malena se iluminaron al ver el hermoso paisaje blanco.

- ¡Mira, Malena, todo está cubierto de nieve! - exclamó Felipe emocionado.

- Sí, es mágico - respondió Malena asombrada.

Nazarena y Alan les enseñaron a los niños a hacer muñecos de nieve. Los niños reían y corrían mientras formaban bolas de nieve y las apilaban una sobre otra. Pronto, dos simpáticos muñecos de nieve aparecieron bajo el sol brillante.

- ¡Son los mejores muñecos de nieve del mundo! - gritó Felipe orgulloso.

- Sí, se ven geniales - coincidió Malena, admirando su creación.

De repente, la nieve comenzó a caer con más intensidad. Nazarena y Alan decidieron refugiarse en una cabaña cercana. En el camino, se encontraron con una familia de zorros que buscaba refugio del frío.

- Parece que estos amiguitos también quieren resguardarse - observó Nazarena.

- Sí, pobrecitos. Deberíamos ayudarlos - dijo Alan preocupado.

Los niños asintieron con entusiasmo y juntos construyeron un refugio de ramas y hojas para los zorros. Agradecidos, los zorros se acurrucaron dentro y los miraron con cariño.

- ¡Qué felices se ven! - exclamó Malena.

- Sí, es maravilloso ayudar a otros seres vivos - dijo Nazarena, con una sonrisa.

Finalmente, llegaron a la cabaña. Encendieron una fogata y se acurrucaron cerca de ella. Mientras el viento soplaba afuera, se sintieron seguros y cálidos. Felipe miró a su alrededor y dijo:

- Hoy aprendimos que la nieve es divertida, pero también debemos cuidar a los demás, como hicimos con los zorros.

- Sí, es importante ser amables y solidarios - agregó Alan con orgullo.

La familia pasó la noche juntos, compartiendo historias y risas. Al día siguiente, el sol salió y la nieve brillaba nuevamente. Los niños saltaron de alegría y jugaron durante horas.

- Gracias por llevarnos aquí, mamá y papá. Fue la mejor aventura de nieve de todas - dijo Malena, abrazando a sus padres.

- Sí, los amo mucho, gracias por enseñarnos a cuidar de los demás - agregó Felipe, con una sonrisa radiante.

La familia regresó a casa con el corazón lleno de hermosos recuerdos y la certeza de que la nieve no solo era divertida, sino que también les había enseñado grandes lecciones sobre solidaridad y bondad.

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