Aventuras en la Savanna
Había una vez una niña llamada Martina que vivía en un pequeño pueblo cercano a la gran savanna. Martina era muy aventurera y siempre estaba buscando nuevas experiencias.
Un día, decidió explorar la savanna con su amigo mono, Simón. Martina y Simón caminaron entre los altos pastizales dorados mientras el sol brillaba en el cielo azul. Pronto, se encontraron con un majestuoso león que descansaba bajo la sombra de un árbol.
"¡Hola, señor león! ¿Cómo está usted hoy?" -saludó Martina con entusiasmo. El león levantó su cabeza y respondió amablemente: "Hola, pequeña aventurera. Hoy estoy tranquilo disfrutando del sol".
Martina y Simón continuaron su camino y se toparon con una familia de elefantes jugando en un charco de agua. "¡Vaya! ¡Son enormes!" -exclamó Martina maravillada. Los elefantes sonrieron y uno de ellos dijo: "Sí, somos grandes pero también somos gentiles y amigables". Mientras seguían avanzando, escucharon un ruido proveniente de los árboles.
Era una jirafa curiosa que extendió su largo cuello para saludarlos. "¡Hola chicos! ¿A dónde van?" -preguntó la jirafa con voz melodiosa. "Estamos explorando la savanna", respondió Martina emocionada.
La jirafa les sugirió visitar al sabio búho que vivía en lo alto de un árbol milenario. Siguiendo sus indicaciones, llegaron al árbol donde el búho los esperaba. "¡Bienvenidos aventureros! ¿En qué puedo ayudarles?" -preguntó el búho con sabiduría en sus ojos.
Martina le contó sobre su viaje y cómo había conocido a tantos animales increíbles. El búho sonrió y dijo: "Cada animal tiene algo especial para enseñarnos. Siempre escuchen y aprendan de ellos". Siguiendo el consejo del búho, Martina y Simón continuaron su travesía.
Se encontraron con una familia de suricatas que les enseñó la importancia de trabajar en equipo. Luego, se toparon con un grupo de ñandús veloces que les mostraron la importancia de correr hacia sus sueños.
Mientras exploraban una zona más boscosa, Martina notó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. Con cautela se acercó y descubrió a un pequeño cachorro de león atrapado entre las ramas. "¡Pobrecito! ¿Cómo te has metido ahí?" -dijo Martina preocupada.
Sin perder tiempo, Martina liberó al cachorro quien se reunió rápidamente con su madre agradecida. El sol comenzaba a ponerse cuando Martina y Simón regresaron a casa después de su emocionante día en la savanna.
Estaban agotados pero felices por todas las experiencias vividas.
Desde aquel día, cada vez que alguien preguntaba a Martina qué quería ser cuando fuera grande, ella respondía: "Quiero ser como todos los animales que conocí en la savanna: valientes como el león, amigables como los elefantes, curiosos como la jirafa y sabios como el búho". Y así, Martina aprendió que cada animal tiene algo especial que enseñar y que la savanna es un lugar lleno de lecciones valiosas para aquellos dispuestos a escuchar.
FIN.