Aventuras en la Selva



Había una vez en la selva un mono muy travieso y juguetón llamado Simón. Simón no tenía mamá ni papá, así que vivía solo en lo alto de un árbol muy grande.

Todos los días, Simón se subía a las ramas más altas para alcanzar la comida del "harból", pero por más que se estiraba y saltaba, nunca lograba agarrar ninguna fruta.

Un día, cansado de pasar hambre, Simón decidió bajar al suelo de la selva en busca de ayuda. Caminó y caminó hasta encontrarse con una tortuga sabia llamada Tita. "Hola, Tita. Soy Simón el mono y necesito tu ayuda.

No tengo mamá ni papá y no puedo alcanzar la comida del "harból" -dijo Simón con tristeza. Tita miró a Simón con cariño y le dijo: "No te preocupes, querido Simón. Te enseñaré algo que te ayudará a conseguir tu comida.

"Tita llevó a Simón hasta un río cercano donde le mostró cómo usar piedras pequeñas para lanzarlas hacia las frutas del "harból" y hacerlas caer al suelo. "¡Wow! ¡Qué genial idea, Tita! Nunca se me hubiera ocurrido. " -exclamó emocionado Simón.

Desde ese día, Simón practicaba todos los días lanzando piedras hacia las frutas del "harból" y poco a poco fue mejorando su técnica. Ya no pasaba hambre y estaba muy feliz.

Un día, mientras simulaba ser un arquero lanzando piedras hacia las frutas del "harból", escuchó unos gritos desesperados provenientes de otro árbol cercano. Era una cría de puma atrapada en una rama alta sin poder bajar.

Simón recordó lo importante que fue para él recibir ayuda cuando más lo necesitaba e inmediatamente corrió hacia el árbol donde estaba el puma. Con sus habilidades recién adquiridas, lanzó piedras certeras hacia las ramas que aprisionaban al puma hasta lograr liberarlo. El puma le dio las gracias entre lágrimas y desde ese día se convirtieron en grandes amigos.

El puma protegía a Simón de cualquier peligro en la selva mientras que él seguía practicando su puntería con las piedras para obtener alimentos del "harból".

Así, juntos demostraron que con amistad, esfuerzo y solidaridad se pueden superar cualquier obstáculo en la vida. Y aunque cada uno era diferente en especie, aprendieron a valorar sus fortalezas individuales para complementarse mutuamente.

Y colorín colorado este cuento ha terminado; espero hayan disfrutado esta historia llena de aventuras e enseñanzas sobre trabajo en equipo y bondad.

FIN.

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