Aventuras en Miami y Orlando



Era un lindo día en Buenos Aires cuando la familia López decidió emprender un viaje muy especial. Guillermo, el papá, se acercó a la mesa del desayuno y dijo emocionado:

"¡Hoy es el gran día, nos vamos a Miami y Orlando!"

Cecilia, la mamá, añadió mientras servía el mate:

"Hicimos las valijas anoche, así que solo queda divertirnos. Recuerden que vamos a explorar parques de diversiones y playas."

Julián, el hijo mayor, no pudo contener su emoción.

"¡Vamos a conocer a Mickey!"

Lucas, el pequeño de la familia, saltaba de felicidad.

"¡Y a jugar en la playa!"

Casi no podían esperar.

Al llegar a Miami, el clima era cálido y soleado. La familia se acomodó en el hotel y rápidamente se lanzó a la aventura. La primera parada fue la famosa playa de Miami.

"¿Quién quiere hacer castillos de arena?" preguntó Guillermo, mientras miraba a los niños.

"¡Yo!" gritaron Julián y Lucas al unísono.

Mica, la novia de Julián, decidió unirse a la construcción.

"Vamos a hacer el castillo más grande del mundo, ¡y le pondremos una bandera!"

Los cuatro comenzaron a construir, pero de repente, una ola juguetona arrasó con su creación.

"¡Oh no!" exclamó Lucas, con los ojos bien abiertos.

Mica se agachó y dijo con una sonrisa:

"No te preocupes, Lucas, siempre podemos intentar de nuevo. Lo divertido es jugar juntos."

Así que se pusieron manos a la obra nuevamente, esta vez reforzando el castillo con piedras y conchas.

Después de un día lleno de risas y juegos, se acomodaron en la arena para ver el atardecer.

"¿No es hermoso?" preguntó Cecilia, mirando a la familia.

"Como un cuadro de colores", dijo Julián.

"Y lo mejor es que lo compartimos todos juntos" agregó Lucas.

Al día siguiente, era momento de visitar Orlando.

Cecilia había planeado un día lleno de emociones en el Parque de Diversiones.

"¡Hoy vamos a darle la vuelta al mundo!" exclamó Guillermo, mientras miraba el mapa del parque.

Debido a la gran cantidad de gente, decidieron dividirse un poco.

Mica, Julián y Lucas fueron a la montaña rusa, mientras que Guillermo y Cecilia querían ver un espectáculo de títeres.

"¿Crees que darán miedo?" preguntó Lucas nervioso.

"No, solo tendremos mucha diversión, ¡confía en mí!" respondió Julián.

Tras varias horas de risas y sorpresas, decidieron reunirse para comer.

"¡Tienen que probar las famosas palomitas!" dijo Mica emocionada, mostrando una bolsa gigante.

Sin embargo, mientras estaban comiendo, una fuerte ráfaga de viento se llevó la gorra de Guillermo.

"¡Espera, papá!" gritó Lucas.

"Voy a buscarla, ¡no se vayan!" respondió Guillermo corriendo tras la gorra.

Tras un sincero esfuerzo, Guillermo logró recuperar su gorra, pero un pequeño grupo de niños lo vio.

"¡Guau, ese señor es rápido!" dijo uno de ellos.

Guillermo sonrió y, luego de un minuto de charla, decidió compartir su alegría.

"¡Quieren unirse a nosotros en el parque!"

"¡Sí!" respondieron al unísono los niños.

Así, la familia López se unió a nuevos amigos y pasaron el resto del día disfrutando juntos.

Al final del día, mientras regresaban al hotel después de un día repleto de aventuras, Julián reflexionó.

"Fue el mejor día de todos. Hicimos nuevos amigos y nos divertimos tanto. A veces las cosas no salen como uno espera, pero eso no importa."

"Es verdad," añadió Cecilia.

"Lo importante es mantener la alegría siempre en nuestras aventuras, como hoy. ¿Cierto, Lucas?"

"¡Sí!" exclamó Lucas.

La familia se fue a dormir esa noche con grandes memorias y planes para más aventuras. Después de todo, un viaje no solo se trata de los lugares que se visitan, sino de las personas con las que se comparte. Y mientras continuaban su recorrido, sabían que si estaban juntos, cada día sería la mejor aventura de sus vidas.

FIN.

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