Aventuras en Seúl



Había una vez un grupo de adolescentes de Buenos Aires que habían ganado un concurso para viajar a Corea del Sur. Cuando llegaron a Seúl, se encontraron con un sinfín de lugares fascinantes por descubrir.

- ¡Guau, miren esos rascacielos! -exclamó Martina señalando hacia el horizonte.

- Sí, y esa torre parece increíble. Deberíamos visitarla -dijo Lucas emocionado.

Decidieron comenzar su aventura por la Torre de Seúl. Al llegar allí, quedaron maravillados con la vista panorámica de la ciudad. Después, se dirigieron al mercado de Namdaemun, donde probaron deliciosas comidas callejeras y se sumergieron en la bulliciosa atmósfera.

- ¡Esto es asombroso! Nunca había probado algo tan delicioso -exclamó Sofía mientras saboreaba un bocadillo de calle.

- Tenemos que aprender algunas frases en coreano para comunicarnos mejor -sugirió Tomás.

Decidieron tomar clases intensivas de coreano y rápidamente aprendieron lo suficiente para desenvolverse. En su siguiente parada, visitaron el Palacio Gyeongbokgung, donde se maravillaron con la arquitectura tradicional y aprendieron sobre la historia de Corea.

- ¡Es asombroso cómo se conserva la historia en este lugar! -exclamó Martina mientras tomaba fotos.

- Sí, es como viajar en el tiempo -añadió Lucas.

Una de las noches, decidieron explorar los carriles nocturnos de Seúl y se encontraron en medio de una animada fiesta callejera. Bailaron al ritmo de la música, conocieron a lugareños y se divirtieron como nunca. Junto a nuevos amigos, hicieron una excursión a la Montaña Namsan para ver el atardecer sobre la ciudad, una experiencia inolvidable.

Al final de su viaje, se dieron cuenta de cuánto habían aprendido y crecido juntos. Despedirse de Seúl fue difícil, pero sabían que llevaban consigo recuerdos imborrables y amistades duraderas.

- Nunca olvidaré este viaje. ¡Gracias por compartir esta aventura conmigo! -dijo Sofía, abrazando a sus amigos.

- Gracias a ustedes, esta ha sido la mejor aventura de todas -respondió Tomás.

Con el corazón lleno de alegría, regresaron a Buenos Aires, sabiendo que siempre tendrían un lazo especial que los uniría, sin importar la distancia.

FIN.

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