Aventuras felinas en París



Había una vez en Málaga una familia muy especial. Estaba formada por dos mujeres jóvenes, una pelirroja llamada Sofía y otra morena llamada Valeria. Además, tenían dos gatos encantadores: uno rubio llamado Simón y otro atigrado llamado Luna.

Un día, Sofía y Valeria decidieron hacer un viaje a París para conocer la ciudad del amor.

Estaban emocionadas por la aventura que les esperaba, así que prepararon sus maletas, aseguraron a los gatos en su transportín y se dirigieron al aeropuerto. Al llegar al aeropuerto de Málaga, las chicas se sorprendieron al ver lo grande que era el avión en el que viajarían. Se sentaron juntas en sus asientos y comenzaron a despegar hacia París.

Los gatos maullaban un poco asustados, pero Sofía y Valeria los acariciaban para tranquilizarlos. Después de unas horas de vuelo, finalmente llegaron a París.

La ciudad les recibió con su encanto único: calles empedradas, cafeterías acogedoras y la Torre Eiffel brillando majestuosamente en el horizonte. "¡Qué hermoso es París!", exclamó Valeria emocionada. "Sí, es mágico", respondió Sofía con una sonrisa.

Durante los siguientes días, exploraron cada rincón de la ciudad: visitaron el Louvre, pasearon por Montmartre y disfrutaron de exquisitos croissants en las panaderías locales. Los gatos también se adaptaron rápidamente al nuevo entorno, curioseando por los rincones del apartamento donde se hospedaban.

Una tarde, mientras caminaban a lo largo del Sena, Luna desapareció repentinamente entre la multitud. Sofía y Valeria entraron en pánico al darse cuenta de que su querida mascota no estaba con ellas. "¡Luna! ¡Luna! ¿Dónde estás?", gritaban angustiadas mientras buscaban entre la gente.

Después de buscar sin descanso por toda la zona cercana al río durante horas, finalmente escucharon un maullido proveniente de un callejón oscuro. Corrieron hacia allí y encontraron a Luna atrapada enredada entre unas cajas viejas.

"¡Luna! ¡Estás bien!", exclamó emocionada Sofía mientras liberaba al gato asustado. "Gracias a Dios que está sana y salva", dijo Valeria con lágrimas en los ojos. Desde ese momento decidieron no separarse más durante el resto del viaje.

Juntas continuaron explorando París con alegría renovada y apreciando cada momento juntas como familia. Finalmente llegó el día de regresar a Málaga. Subieron al avión con una sensación cálida en sus corazones por todas las experiencias vividas juntas en esa maravillosa ciudad europea.

Al llegar nuevamente a su hogar en Málaga, recordaron con cariño su aventura parisina e hicieron planes para futuros viajes llenos de nuevos recuerdos por crear junto a sus adorables gatos Simón y Luna.

FIN.

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