Aventuras Intergalácticas en la Tierra



Era un día soleado cuando Asier salió a jugar al parque. Desde que su amigo Cosmo, el perro intergaláctico, había partido de regreso a su galaxia, Asier sentía un gran vacío en su corazón. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de lanzarle la pelota a su amigo imaginario, una extraña luz brilló en el cielo.

De repente, un rayo de colores brillantes descendió y, ¡sorpresa! Apareció su amigo Cosmo. Era más grande que antes, con un abrigo de pelaje brillante que parecía destellar como las estrellas.

-Cosmo, ¡no puedo creer que estés aquí de nuevo! -gritó Asier, corriendo hacia él.

-Hola, Asier. Volví para quedarme. ¡He extrañado nuestras aventuras! -respondió Cosmo moviendo su cola con alegría.

La emoción llenó el aire. Los dos amigos comenzaron a explorar juntos el parque, corriendo entre los árboles y saltando sobre las flores. Pero, esta vez, las aventuras serían diferentes.

Mientras jugaban, Cosmo notó algo extraño en el cielo. Un grupo de nubes grises empezaba a acumularse en una esquina del parque, y un viento fuerte comenzó a soplar. Asier miraba preocupado.

-¿Qué está pasando? -preguntó Asier.

-No lo sé, pero creo que debemos investigar. -dijo Cosmo.

Siguiendo el camino hacia donde las nubes oscurecían el día, se encontraron con un pequeño pueblo de árboles donde las criaturas estaban muy asustadas. Al acercarse, Cosmo y Asier vieron que un dragón travieso llamado Rolo estaba causando problemas, robando los colores de los árboles y las flores.

-¡Alto ahí, Rolo! -gritó Cosmo. -¿Por qué haces esto?

-¡Porque es divertido! -respondió Rolo, riéndose y lanzando un poco de polvo gris que oscureció el paisaje.

Asier pensó rápidamente. Sabía que la diversión no debía causar tristeza. Miró a Cosmo y le dijo:

-¡Debemos hablar con él! Quizás no entiende lo que está haciendo.

Cosmo asintió, pero con cuidado se acercaron a Rolo.

-¿Y si jugamos juntos, Rolo? -propuso Asier. -Podemos crear un arcoíris si usamos todos los colores del parque.

Rolo se detuvo, curioso. Aunque le encantaba causar estragos, la idea de hacer algo bonito lo intrigó.

-¿De verdad? -preguntó, parpadeando con sus ojos grandes.

-Sí, podemos hacerlo como un equipo -dijo Cosmo. -Juntos podemos ser héroes, no villanos.

Poco a poco, Rolo entendió que compartir la diversión era mucho más emocionante que causar problemas. Cosmo, Asier y Rolo se pusieron a trabajar. Usaron el polvo mágico que traía Cosmo para traer de vuelta los colores al parque. Todo brillaba de nuevo: los árboles verdes, las flores coloridas y el cielo azul.

-¡Miren! ¡Un arcoíris! -gritó Asier, disfrutando de su nuevo amigo.

A partir de ese día, Rolo, Asier y Cosmo se volvieron grandes amigos. Jugaron en el parque, exploraron el mundo y aprendieron que la verdadera diversión proviene de la amistad y la colaboración. Cosmo había enseñado a Asier que un simple acto de bondad podía cambiar el rumbo de alguien, incluso un dragón travieso.

-Gracias por darme una segunda oportunidad, chicos. -dijo Rolo, sonriendo mientras miraba el hermoso arcoíris que ellos crearon.

-Cada día es una aventura nueva cuando estamos juntos -respondió Asier, sintiendo que su corazón estaba, por fin, lleno de alegría nuevamente.

Y así, los tres amigos continuaron con su historia de aventuras, explorando no solo el parque, sino también el valor de la amistad, la colaboración y la importancia de hacer el bien en el mundo. Juntos, demostraron que nunca se debe subestimar el poder de un acto de bondad, porque a menudo, lo que se siembra, se cosecha.

Y Cosmo decidió permanecer en la Tierra con Asier y Rolo, porque había encontrado su nuevo hogar y sí, juntos vivirían eternamente cada día como una nueva aventura.

FIN.

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